La ideología hueca
Frente a la supuesta fuerte carga ideológica de la izquierda política para la configuración de la educación y del sistema educativo, el centro-derecha debe demostrar no tener lagunas ideológicas, ser capaz de explicar sus ideas bien definidas y demostrar convencimiento en sus posibilidades de mejorar el sistema educativo financiado con fondos públicos.
Así mientras algunos hablan de la igualdad, de la participación y el dialogo como si de su propiedad fuera, llevando estas consignas a las calles ya sea en forma de asociacionismo de padres, de sindicalismo o de simple política partidaria. La derecha no puede convertirse en una mera imitadora a rebufo y debe profundizar en conceptos como la disciplina escolar que es un valor educativo imprescindible que hará a los niños más independientes y por tanto más libres, en la libertad de los padres a elegir centro educativo como un logro no mercantilista, en la libertad de creación de centros como una aportación que complementa idóneamente a la escuela pública que es patrimonio de todos, e irrenunciablemente a aseverar que los niños deben salir de su formación académica creyendo con orgullo en su patria como ocurre en todos los países democráticos.
El mantra recurrente de la izquierda radical y el teórico progresismo que la imita sobre la participación popular ha impregnado peligrosamente a algunos dirigentes en apariencia de centro-derecha que han descubierto que lo mejor es dar lo que piden a aquellos que más gritan y vociferan, olvidándose recatadamente de los ciudadanos que calladamente ejercen su derecho al voto y desean pacíficamente que se cumpla el programa electoral comprometido, y así por ejemplo evitar que los colegios puedan ser foco de proselitismo sectario.
Cumplir con lo ofrecido y no un vaivén en función de los enfados oportunos de algunos agentes sociales que actúan como simple correa de transmisión de esa izquierda radical y progresía afín que quieren hacer de la escuela una asamblea de extraversión y opinión rápida en donde la reflexión y el control de la impulsividad reine por su ausencia.
Es en ese convencimiento de que lo asambleario es bueno y que lo estructurado es malo como se va configurando el temperamento de algunos jóvenes con poca resistencia a la frustración de obedecer lo que no se comparte y con un reflejo rápidamente violento a lo que no gusta.
En el centro-derecha constitucional educativo como en el centro-izquierda constitucional educativo deberían mantenerse firmes en la necesidad de enseñar a los niños y jóvenes a ser resistentes a los embistes de alborotadores, mediocres y trepas, que lamentablemente también trufan en ocasiones sus filas, con el estandarte de la ideología hueca. Esa en la que cabe de todo según el momento, que también van captando o defraudando a tantos buenos chicos y chicas a los que urge darles una salida ordenada y coherente para que no sean carne de revolución y desorden o simples títeres del oportunismo político personal.
Los políticos serios de la izquierda y de la derecha que no pretenden salvarnos como profetas, con trayectoria de dedicación a la mejora de la educación de nuestro país sin búsqueda de medallas individuales, deben necesariamente ponerse de acuerdo para que la escuela no sea un foco de entrenamiento del descontento social o campo de batalla de intereses personales bastardos alejados de la educación como bien público.