¿Qué le pides al liderazgo? Un Han y un Marco Polo
Buen día, equipo. Como siempre, la elección del comienzo de un artículo nos lleva tiempo: ¿qué inicio será el mejor para poner a despegar la reflexión?
Esta vez hemos decido empezar por un nombre: Han. Así, solo y sin ningún punto de referencia, estará generando todo un aluvión de desconcierto. Pero cuando digamos por qué la dinastía Han es la invitada especial en el artículo de este dossier de abril, Han se va a convertir en un apellido de referencia para lo penúltimo que hubierais pensado: referencia en evaluación.
Era el año 200 a.C cuando los Han idearon lo que para algunos es el primer sistema de Evaluación del Desempeño de la Historia. El objetivo era tener una herramienta para identificar y seleccionar a los mejores funcionarios públicos. De ese objetivo nació el Sistema de Examen imperial. Por si alguno tiene interés en presentarse, los Han plantearon 4 campos en los que había que ser muy buenos:
- Confucionismo
- Poesía (sí, has leído bien: poesía)
- Caligrafía
- Y Gobierno
Resumiendo: Competencia,
Belleza, Conocimiento y Ética. Pura meritocracia.
Aquel sistema de evaluación debió funcionar muy bien porque fue durante la dinastía Han cuando se produjeron los siguientes hechos:
- Apertura de la Ruta de la Seda que conectó China – Europa – Oriente
- Desarrollo del papel
- El sismógrafo
- Avances clave en medicina
- Desarrollo de las artes y la poesía
La pregunta que nos surgió a las Arcix al leerlo fue si hubiera logrado la dinastía Han lo mismo de no haber creado un sistema de evaluación y selección como el que puso en marcha.
Cuando diseñamos una herramienta de evaluación planteamos una expectativa de desarrollo para las instituciones y los profesionales en la que hay 2 coordenadas que es necesario hacer crecer de manera equilibrada:

Diseñar esa herramienta es muy exigente para quien la realiza. Del nivel de conocimiento y del planteamiento del evaluador depende el despegue de su equipo, la dirección que adquiera. El desarrollo de sus profesionales. De su ambición dependerá el impacto de la energía que mueva.
La evaluación siempre nos ha generado a las Arcix mucha humildad. Y nos parece que es una actitud que la evaluación exige:
- Con qué criterio elegimos a quiénes evalúan, sobre qué lo harán y a quiénes
- Desde qué parámetros
- Para evaluar basta sólo nuestro propio conocimiento: lo que hemos descubierto por experiencia, por lectura, por IA
- Debemos remitir en la evaluación sólo a lo que sabemos
- Cómo hacer que el sistema de evaluación nos haga crecer también a nosotros como acompañantes de esa evaluación
Los sistemas de evaluación no son más que simples herramientas de escasísimo valor si no están al servicio de un PROPÓSITO (un PARA QUÉ), si no son capaces de identificar el nivel y la calidad de los RESULTADOS (su IMPACTO) y establecer los CÓMOS para conseguirlo.
Cuando una herramienta de evaluación es ineficaz se burocratiza para acabar inutilizada, enterrando el propósito bajo un alud de indicadores cuyas dimensiones lo que buscan es que no podamos ni observar ni mejorar. Como dice Xavier Marcet, “la inutilidad siempre tiene muchos más adeptos que la acostumbran a adornar con multitud de indicadores”.
Hacer una buena herramienta de evaluación es uno de los retos más difíciles y apasionantes a los que podemos enfrentarnos quienes nos dedicamos al aprendizaje. ¿Qué instrumentos tiene nuestro Liderazgo para medir en qué fase de desarrollo está nuestro propósito, la eficiencia de los procesos que ponemos en marcha, el desarrollo técnico y profesional de los que lo hacen real?
La capacidad de crecimiento y de aportación de un profesional, de un equipo, de un Centro o una Institución va unido a las referencias que les damos para desarrollar talento y capacidad de aportación a su aula, a los equipos que lidera y acompaña. ¿Cuáles son las de nuestro Centro e institución?
En latín evaluar lleva su etimología ligada a dar valor, estimar, apreciar algo lo suficiente como para calcular el esfuerzo que debes poner en juego para hacerlo posible.
El evaluador no puede construir la herramienta a su medida sino a la medida de lo que queremos conseguir. No la utilizamos para estar cómodos. Para ratificarnos. Sino para incomodarnos, para hacernos levantar la mirada. Ese es uno de los rasgos del Liderazgo INSpiracional: no mirar con ojos de evaluador sino evaluarte mientras evalúas.
Los Han no le conocieron, pero seguro que les hubiera encantado coincidir caminando la Ruta de la Seda. Fue en 1271 cuando Marco Polo inició su viaje desde su Venecia natal. Atravesó Asia y llegó hasta la corte de Kublai Kan, en China. Aquel viaje se hizo libro y no mereció otro nombre que el de Libro de las Maravillas. Pese a todo lo que Marco Polo descubrió tal vez nadie le dijera que mucho de aquel viaje tenía que agradecerse a un sistema de evaluación que no quiso conformarse con el mundo conocido.



