Work Experience, el proyecto puente entre la PAU y la Universidad

Un proyecto de inmersión laboral que conecta a los estudiantes de Bachillerato del Everest School Madrid con su futuro profesional antes de tomar la decisión de qué carrera estudiar.
Alba BartoloméLunes, 16 de June de 2025
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Javier Soriano, orientador, psicólogo y entrenador deportivo de la etapa de Bachillerato y el organizador e impulsor del proyecto Work Experience de Everest School.

Con la PAU ya finalizada, miles de estudiantes en toda España se encuentran en una encrucijada decisiva: elegir qué carrera estudiar y, con ello, comenzar a trazar su futuro profesional. En este contexto de incertidumbre, en el que las dudas vocacionales son tan comunes, iniciativas como Work Experience marcan la diferencia.

Este proyecto del colegio Everest School de Madrid ofrece a los alumnos de 1º de Bachillerato la oportunidad de vivir durante tres días una experiencia laboral real en el sector que ellos mismos eligen para explorar en primera persona cómo es la vida profesional que les espera más allá del aula.

Work Experience les permite descubrir su vocación, contrastar expectativas, desarrollar soft skills y tomar decisiones más conscientes sobre su futuro académico. Hablamos con Javier Soriano, orientador, psicólogo, entrenador deportivo y principal impulsor del proyecto, para conocer cómo esta experiencia transforma la forma en que los jóvenes se enfrentan a su futuro profesional.

¿Cómo nació el proyecto Work Experience y qué necesidades educativas o de orientación profesional busca cubrir?
–Nace de la necesidad de buscar actividades que ayuden a nuestros alumnos a encontrar su camino personal y profesional. Todos los colegios, incluido el nuestro, ofrecen a los alumnos información para saber qué hacer después de Bachillerato, pero desde Everest School queríamos ir un pasito más adelante y promover una actividad donde vivieran de verdad durante unos pocos días la realidad del sector profesional que más les atrae en ese momento concreto de sus vidas.

¿Qué tipo de empresas participan en el programa Work Experience?
–Trabajamos con empresas de todo tipo. Cada año en Everest School contamos con una promoción de alrededor de 150 alumnos, con intereses muy diversos, y eso nos obliga a buscar colaboraciones en sectores muy distintos. Por supuesto, están las profesiones tradicionales como medicina, derecho, ingeniería, comunicación o empresa, pero cada vez hay más interés por ámbitos emergentes que aún no están plenamente implantados, como la inteligencia artificial, la nanotecnología aplicada a la medicina o el uso de drones en distintos sectores.

Y las familias… ¿se involucran en el proyecto?
–Totalmente. De hecho, contamos con el compromiso de muchas empresas que repiten cada año, pero también con el apoyo fundamental de las familias: muchos padres de los propios alumnos nos ayudan a canalizar nuevas colaboraciones. Esa red de apoyo demuestra un nivel de implicación, conciencia educativa y respeto que va más allá del ámbito profesional.

¿Cómo eligen los alumnos el sector profesional en el que desean hacer su experiencia?
–Antes de realizar la experiencia, los alumnos completan un breve cuestionario en el que deben indicar sus preferencias por orden, pero no lo hacen a ciegas: desde el curso anterior, a través de la acción tutorial, les orientamos sobre las distintas salidas profesionales en función del itinerario de Bachillerato que hayan elegido. Con esa información, y una vez recogidas sus preferencias, desde el colegio intentamos ajustar sus intereses a las empresas que han tenido la generosidad de colaborar con nosotros. No siempre es fácil, pero tratamos de ofrecer una experiencia lo más cercana posible a lo que desean explorar.

¿Habéis detectado cambios de vocación después de la experiencia?
–Sí, muchos. De hecho, ese es uno de los grandes objetivos de la actividad. Muchos alumnos llegan con una idea previa sobre una profesión basada en lo que han oído, visto o idealizado, y esta experiencia les permite contrastar esas percepciones con la realidad. Lo que ven durante esos tres días es solo una pequeña parte, pero suele ser lo bastante reveladora como para que empiecen a cuestionarse y a replantearse su elección.

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Muchos alumnos llegan con una idea previa sobre una profesión basada en lo que han oído, visto o idealizado, y esta experiencia les permite contrastar esas percepciones con la realidad

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¿Cómo acompañáis en este proceso a los alumnos?
–Siempre les decimos que lo importante es seguir profundizando: observar, analizar, preguntar incluso después de haber vivido la experiencia. Muchas empresas nos comentan que los alumnos llegan convencidos de querer estudiar, por ejemplo, ingeniería, y se dan cuenta de que no basta con ser buenos en física o matemáticas. Descubren que se necesitan también habilidades transversales como la comunicación, el trabajo en equipo, la gestión del tiempo o la creatividad. Eso genera un cambio de mirada, y en muchos casos, también un cambio de vocación.

Comunicación, trabajo en equipo, gestión del tiempo… ¿Qué otras ‘soft skills’ se trabajan durante el proyecto?
–Sin duda, esas son algunas de las más visibles y valiosas, pero no son las únicas. Muchos alumnos llegan esperando aprender únicamente sobre la profesión concreta que han elegido, y se sorprenden al descubrir que el mundo laboral está lleno de dinámicas que van mucho más allá del conocimiento técnico. Durante la experiencia, toman conciencia de aspectos como la puntualidad, el respeto por las normas no escritas de cada entorno, la importancia de la imagen y la actitud, la forma de integrarse en un equipo, o incluso lo que significa un desayuno de trabajo.

¿Se realiza algún seguimiento posterior con los alumnos para ayudarles en su futuro profesional?
–Sí. Work Experience se realiza en 1º de Bachillerato, así que contamos con tiempo suficiente para seguir orientándolos durante todo el curso y también en 2º. Muchos alumnos salen de la experiencia con las ideas claras, pero otros comienzan un proceso de replanteamiento que también es muy valioso. Desde el colegio los acompañamos hasta después de la PAU, y en muchos casos seguimos en contacto durante su primer año universitario. Nos interesa saber si su elección fue acertada y cómo están viviendo esa nueva etapa. Todo forma parte del proceso de orientación.

¿Por qué crees que es importante que los centros educativos integren iniciativas que conecten la escuela con el mundo profesional?
–Creo que el sistema educativo necesita dedicar más tiempo a tender puentes reales entre el mundo profesional y el educativo. Me llama la atención cómo, en etapas tempranas como Infantil, es habitual que padres y madres acudan al aula a contar a qué se dedican, y sin embargo esa conexión se pierde justo cuando más falta hace: en la adolescencia, cuando los alumnos empiezan a pensar seriamente en su futuro. Este tipo de iniciativas no solo acercan las profesiones a los jóvenes, sino que también fortalecen la relación entre familia, escuela y alumnado. Además, ayudan a reducir la desconexión que muchas veces sienten los estudiantes entre lo que aprenden en clase y lo que el mundo laboral realmente exige.

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Este tipo de iniciativas ayudan a reducir la desconexión que muchas veces sienten los estudiantes entre lo que aprenden en clase y lo que el mundo laboral realmente exige

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