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El impacto pedagógicamente negativo de asignaturas con solo una hora lectiva a la semana

El autor se centra en el caso de la Religión Católica en ESO y Bachillerato en la Comunidad Valenciana.
Manuel Martínez SirventMiércoles, 6 de August de 2025
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Para el autor, "la enseñanza de cualquier asignatura, incluida la Religión Católica, requiere de un mínimo de continuidad y frecuencia para poder desarrollarse adecuadamente". © ADOBE STOCK

En la configuración actual del currículo educativo en la Comunitat Valenciana, las asignatura de Religión Católica se encuentra relegada a una única hora lectiva semanal. Esta situación abre un debate crucial sobre la utilidad y la eficacia pedagógica de asignaturas que se imparten con tan poca frecuencia, cuestionando no solo la relevancia de su contenido, sino también el impacto que este modelo tiene sobre el aprendizaje de los estudiantes.

Desde una perspectiva pedagógica, la enseñanza de cualquier asignatura, incluida la Religión Católica, requiere de un mínimo de continuidad y frecuencia para poder desarrollarse adecuadamente. Sin embargo, la decisión de limitar esta asignatura a una hora por semana genera una serie de consecuencias negativas que afectan tanto al desarrollo académico como al propio proceso de aprendizaje.

La falta de continuidad y profundidad en el aprendizaje

Una hora semanal no permite una inmersión profunda en el contenido de la asignatura. Al tratarse de tan poco tiempo, la retención de conocimientos es mínima y la capacidad de los estudiantes para conectar conceptos entre una clase y otra se diluye. Esta falta de continuidad genera un aprendizaje fragmentado y poco significativo, que dificulta la interiorización de los valores y conocimientos que la asignatura pretende transmitir.

El modelo de enseñanza efectivo requiere tiempo suficiente para que el docente no solo exponga contenidos, sino también para que los alumnos participen activamente en el proceso, reflexionen sobre lo aprendido y realicen actividades que consoliden lo que han asimilado. En una sola hora semanal, el tiempo real de trabajo es insuficiente para lograr estos objetivos, ya que gran parte de la clase se dedica a recordar lo que se trabajó la semana anterior y a intentar mantener un hilo conductor entre las sesiones.

La desmotivación del alumnado

Otro efecto nocivo de asignar tan poco tiempo a una materia es la desmotivación que puede generar en el alumnado. La asignatura de Religión Católica, con solo una hora a la semana, pierde relevancia en comparación con otras materias del currículo. Los estudiantes tienden a percibirla como una “asignatura menor”, cuya importancia es secundaria, lo que puede derivar en una actitud apática hacia ella.

Esta situación también genera una cierta paradoja: mientras se pretende que la enseñanza de la religión tenga un impacto formativo y ético importante en los estudiantes, las condiciones bajo las cuales se imparte no favorecen la consecución de este objetivo. La desmotivación, unida a la falta de espacio para debates o actividades que incentiven la reflexión, limita gravemente el potencial transformador que podría tener la asignatura si estuviera mejor integrada.

La dificultad de organizar una programación coherente

Los profesores de religión se encuentran con el reto de diseñar una programación didáctica coherente y significativa con una carga lectiva tan limitada. Al ser solo una hora semanal, la planificación a largo plazo se complica. En muchas ocasiones, los docentes se ven obligados a sacrificar actividades importantes o temas que requieren más tiempo de reflexión, priorizando la simple transmisión de contenidos.

El diseño curricular no está pensado para permitir un desarrollo gradual y completo en una asignatura que se imparte tan esporádicamente. La falta de flexibilidad temporal conlleva un enfoque superficial y apresurado, lo que genera una experiencia educativa poco enriquecedora para el alumnado.

La sobrecarga del currículo y la distribución desigual del tiempo

La inclusión de asignaturas con tan poca carga lectiva también contribuye a la sobrecarga del currículo. En un entorno donde los estudiantes ya deben afrontar una amplia variedad de materias, la asignación de tiempo a una asignatura con solo una hora a la semana parece ineficiente y contraproducente. El tiempo es un recurso limitado, y esta configuración obliga a los estudiantes a repartir su atención entre demasiadas áreas, sin dar la posibilidad de profundizar en ninguna de ellas.

Además, esta distribución del tiempo parece incoherente con la importancia que, en teoría, se otorga a la enseñanza de valores y aspectos éticos que pueden desprenderse de la asignatura de religión. Si realmente se considerara esencial su contenido, debería gozar de una mayor presencia en el horario, de forma que permitiera una transmisión más efectiva de los conocimientos y valores que pretende promover.

El impacto negativo de la rigidez horaria

Un aspecto que agrava aún más la problemática es que la única hora semanal de la asignatura suele programarse siempre en la misma franja horaria. Esta rigidez horaria introduce una desigualdad significativa en las condiciones de aprendizaje del grupo, ya que el rendimiento de los estudiantes varía considerablemente dependiendo del momento del día.

Por ejemplo, si la hora de religión se imparte a última hora de la mañana o de la tarde, el cansancio acumulado afecta la capacidad de atención y concentración del alumnado. De forma similar, una primera hora de la tarde tras la pausa para comer puede resultar difícil para retomar el ritmo académico. En cambio, los grupos que tienen la asignatura en una franja más favorable, como a media mañana, pueden abordarla con mayor disposición y energía.

Este desfase horario genera una experiencia desigual que no responde a criterios pedagógicos, sino organizativos, y que puede repercutir directamente en la percepción de la asignatura y en los resultados de aprendizaje. Mientras que algunos grupos pueden recibir la enseñanza en condiciones óptimas, otros enfrentarán una barrera adicional al aprendizaje simplemente por el momento del día en que les toque la clase.

La asignatura de religión no cuenta para la nota media en Bachillerato

A lo anterior se suma una realidad que agrava aún más la percepción de la asignatura: en la Comunitat Valenciana, la asignatura de religión no se incluye en el cálculo de la nota media del Bachillerato. Esto envía un mensaje claro al alumnado sobre su relevancia dentro del sistema educativo: aunque la asignatura esté presente en el horario, su peso académico es nulo.

La exclusión de la asignatura de Religión Católica de la nota media tiene un efecto desmotivador para los estudiantes. Saben que sus esfuerzos en esta materia no tendrán repercusión directa en sus resultados globales, ni en el acceso a la universidad. Esta situación no solo refuerza la percepción de que la asignatura carece de importancia, sino que también dificulta el desarrollo de una actitud de compromiso y seriedad hacia la misma.

La posible solución: una revisión del currículo

 Ante esta situación, es imprescindible que la administración educativa de la Comunitat Valenciana revise y reconsidere tanto la distribución horaria como la programación de estas asignaturas. La asignatura de Religión Católica, al igual que cualquier otra materia, merece un espacio digno dentro del horario escolar si se pretende que los estudiantes realmente obtengan algo valioso de ella.

Una opción sería integrar los contenidos éticos y de formación en valores de forma transversal en otras asignaturas, como ciencias sociales o filosofía, lo que permitiría tratar estos temas de una manera más profunda y contextualizada. Otra alternativa sería distribuir la hora semanal de forma más flexible, programando bloques quincenales o actividades complementarias que rompan con la rigidez horaria y permitan un aprendizaje más significativo.

Conclusión

 Asignaturas con una hora lectiva semanal, como el caso de la Religión Católica en la Comunitat Valenciana, presentan serias deficiencias pedagógicas que afectan al aprendizaje de los estudiantes. La falta de continuidad, la desmotivación, la exclusión de la nota media, la desigualdad horaria y la imposibilidad de desarrollar un programa coherente limitan el impacto educativo que estas materias podrían tener. Es urgente replantear su estructura dentro del currículo, optimizando su integración para garantizar una experiencia educativa más enriquecedora, equitativa y efectiva.

  • Manuel Martínez Sirvent es Gestor de Instituciones Educativas, Profesor y Politólogo.
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