Los 'influencers', un apoyo en el desarrollo… ¿o un peligro?

Los creadores de contenido para redes sociales difunden mensajes que, muchas veces, frenan la correcta adquisición de conocimiento por parte de los más pequeños… y la relación con sus padres.
Marta Peiro del ValleViernes, 22 de August de 2025
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Dos niños pequeños, sentados espalda contra espalda, miran absortos las pantallas de sus teléfonos móviles. PEXELS.

Lola Lolita. Marina Riverss. Dulceida. María Pombo. Auronplay. El Rubius. Ibai Llanos. Influencers, los reyes de Internet y las redes sociales. Ídolos de tus hijos… ¿y referentes en su educación?

Una tarde, Martín llega a su casa del colegio. En clase le han enseñado que la Tierra es redonda y está achatada por los polos. Llega a casa con entusiasmo, decidido a compartir con sus padres sus nuevos conocimientos. Sin embargo, antes de siquiera saludarles, TikTok capta su atención. En la pantalla, como si estuviera escuchándole o leyera su mente, su tiktoker favorito ha subido un nuevo vídeo. En él, asegura que la tierra es plana.

Es entonces cuando sus padres se acercan a él, quien ha cambiado su expresión de alegría por un visible enfado. Al preguntarle qué le sucede y si ha pasado algo en el colegio, Martín responde tajante: “Mi profesor me ha engañado. Hoy nos han dicho en clase que la tierra es redonda y está achatada por los polos… ¡menudo mentiroso, si todo el mundo sabe que el planeta es plano!”. Estupefactos, sus padres intentan hacerle entrar en razón, lo que resulta una tarea complicada…

Esta historia, si bien ficticia y, quizá, llevada al extremo, ocurre con cada vez más frecuencia en los hogares de toda España. Los conocidos como influencers difunden gran cantidad de contenido cada día a través de sus perfiles en redes sociales como TikTok o Instagram. Contenido que, a veces, resulta un entretenimiento interesante y saludable, pero que, otras, puede poner en riesgo la educación y evolución de los más pequeños.

La imitación, el origen de todo

“Si miras a un niño, sus influencers son las personas que conviven con él: mamá, papá, los hermanos, los abuelos… Su entorno cercano, del que se rodea, del que aprende, con el que se comunica y con el que crece. Con la tecnología y las redes sociales, la familia muchas veces ha quedado a un lado y muchos niños pasan más tiempo frente a la pantalla que teniendo conversaciones con su familia”, comienza explicando Sara Hernández Cano.

La formadora en educación emocional ha dedicado gran parte de su experiencia a la docencia en las primeras etapas de la vida. Desde su punto de vista, el origen de la relación de los más pequeños con los ‘líderes’ de Internet se encuentra en algo muy básico: la imitación. “Imitan la forma en que los influencers se relacionan y los comentarios que puedan llegar a hacer. Quién no ha imitado… en nuestra infancia, cuando veíamos los dibujos animados o series, hemos imitado también a los protagonistas”, expone.

A pesar de que Hernández reconoce que muchos de los personajes a los que imitan “son referentes idealizados” que a veces “promueven estándares de belleza, éxito o consumo que no son realistas y les genera frustración, baja autoestima y una presión social grande”, pone el foco en la imitación… a los padres. “Al ver a los adultos, de forma muchas veces inconsciente, pasar tiempo con los dispositivos móviles dando su atención a las redes sociales… los niños aprenden: si tú prestas atención a eso, yo también”, analiza.

Un mundo incontrolable

Alejandro Rodrigo también contempla los beneficios de los creadores de contenido por redes sociales. “Hay mucho mensaje positivo y de ayuda, y un chaval ahora mismo puede encontrar soluciones y animarse a ir a un profesional porque lo ha visto en otros a los que ha ayudado”, declara, animando a “no ocultar” esa “realidad”. La parte “negativa”, sin embargo, “son los influencers que enseñan a los chicos que pueden tener cochazos sin ir a la universidad”. “Para qué voy a hacer eso si me hago youtuber como este, mira lo que tiene”, considera.

Rodrigo es especialista en conflictos con adolescentes, y pone el foco en lo incontrolables que resultan los jóvenes en la red. “Antes era muy evidente la tribu social a la que pertenecía nuestro hijo, y los padres lo veían en el barrio. Ahora hemos cambiado el barrio por el teléfono, y con las redes sociales están descontrolados y son impredecibles. No hay manera de saber dónde se está metiendo nuestro hijo en el océano de las redes sociales”, subraya.

Al mismo tiempo, apunta a las familias. “Son igual de dañinos los influencers de los padres que los de los adolescentes. Nos quejamos de que nuestros hijos pueden estar orientados por gente de poca reputación, pero nos pasa lo mismo con los padres. Si nosotros mismos caemos en los fuegos artificiales de los influencers, ¿cómo no van a caer ellos?”, advierte.

No mirar hacia otro lado con los ‘microinfluencers’

Desde su experiencia, apuesta por “poner el ojo en el microinfluencer: esa persona que está colgando vídeos, lanzando mensajes que son muy virales, influenciando a nuestros hijos a tomar decisiones”. Según dice, estos “son personas que no son famosas, que no tienen unos seguidores increíbles ni son gente conocida, pero que se convierten en microinfluencers”. “De repente el amigo del amigo de tu hijo le pasa un vídeo de alguien que para ellos supone una influencia decisiva y les orienta a tomar decisiones que realmente les están marcando”, narra.

Según el especialista, los padres deben “adoptar y asumir sus responsabilidades” y esforzarse por “identificar si sus hijos están en una situación de peligro o de riesgo”. “Si los influencers bajo cuyos discursos están son de carácter peligroso o es una tontería más que están viendo en vídeos”, distingue. E insiste en la importancia de “no mirar hacia otro lado cuando tenemos un menor de edad en su habitación con el teléfono y no sabemos por dónde está navegando y en qué océanos se está metiendo”.

Mensajes llamativos de ‘iguales’

“Los mensajes que dan los influencers suelen ser rápidos y llamativos, tienden a hablar con mucha seguridad. Y un padre, que en ese momento evolutivo está muy lejano a su hijo y cuya manera de transmitir es muy diferente, da muchas explicaciones y mucho más complejas… para un menor, lo simple, rotundo y cortito resulta mucho más convincente”, valora Noelia Labrandero.

La psicologa, especialista en hacer terapia individual a jóvenes, insiste en que “un adolescente va a tener mucho más de referente al influencer o al tiktoker de turno que a un padre por el simple hecho de que los ven mucho más como iguales”. “Sienten que esa información es mucho más actualizada, moderna y fiable. A un niño siempre le va a atraer mucho más ese grito que una reflexión propiamente dicha, que es lo que hace un padre”, manifiesta.

Pese a que los familiares se sientan “bastante desplazados”, la especialista recuerda que “los influencers no son el enemigo”. “El problema aparece cuando los padres intentan competir con ellos en lugar de dialogar. Si un padre ridiculiza lo que su hijo ve en redes pierde la batalla antes de empezarla. El cerebro de un adolescente en ese momento tiende a situarse en extremos. O es blanco o es negro, o es un todo o es nada”, esclarece Labrandero.

Enseñarles a pensar con criterio propio

En este sentido, la fundadora de Evermine Psicología lo tiene claro: “Hay que invitar al adolescente a reflexionar, a pensar. Enseñarle. Es importante interesarse, preguntarles lo que opinan… También validar que ellos pueden tener opiniones diferentes”. “Si le prohíbo ese contenido, a esa niña ya la pierdo”, alerta. Además, ve fundamental que los padres “enseñen a sus hijos a contrastar fuentes, a no quedarse con la primera opinión o con la voz que grita más fuerte”.

Los adultos no solo tienen esa tarea de enseñar a reflexionar a sus hijos y ayudarles a que generen un criterio propio. Además de abrirse a dialogar, Labrandero les insta a “no competir con los influencers para convertirse en sus referentes de confianza”. También a llevar a cabo un trabajo personal consigo mismos. “Muchas veces, cuando se sienten atacados o desplazados en esta etapa de la vida del menor, tienden a alejarse. Es importante romper esa barrera, que no nos están sustituyendo, trabajar esa inseguridad y acercarnos a ellos”, recomienda.

Educación para conectar con el siglo XXI

También son partidarios de ese acercamiento desde Fad Juventud y BBVA, compañías que están trabajando para acompañar a las familias a desarrollar competencias clave en el ecosistema digital del siglo XXI. Especialmente preocupadas se muestran porque las relaciones entre los jóvenes y las familias no se vean afectadas por la polarización cada vez mayor que provocan las redes sociales.

Como parte de esta misión han lanzado ¿Hablas en casa con tu hijo o hija de cómo gestionar las diferencias de opinión?. Este videotutorial, que forma parte del proyecto Educación Conectada, ofrece recursos prácticos para tener conversaciones en casa cuando surgen opiniones diferentes, especialmente cuando estas vienen promovidas por informaciones sin contrastar.

Entre otras directrices, recomiendan a los adultos:

  • Hacer preguntas que favorezcan el diálogo
  • Compartir su visión sin imponerla ni invalidar el resto de opiniones
  • Enseñar a los más pequeños a cuestionarse y contrastar las informaciones que leen.

“Es fundamental que las familias se conviertan en espacios donde se dialogue, contraste y enseñe a pensar con espíritu crítico, pues vivimos en un momento en el que la desinformación condiciona lo que pensamos y cómo nos relacionamos”, afirma Beatriz Martín Padura, directora general de Fad Juventud. “Fomentar el pensamiento crítico en casa es esencial para que los niños aprendan a tomar decisiones informadas, convivir con la diferencia y desenvolverse con confianza en un mundo cada vez más complejo” concluye Teresa Madrigal Valera, directora de Negocio Responsable de BBVA en España.

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