Motivar sin premios: claves para una vuelta al cole con autoestima y ganas de aprender

La psicóloga Andreína Pereda explica cómo aprovechar el verano para reforzar la motivación intrínseca, la creatividad y la autonomía de los niños, evitando chantajes emocionales y preparando una transición positiva hacia el nuevo curso escolar.
Alba BartoloméMiércoles, 20 de August de 2025
0

Andreína Pereda, psicóloga Infantil, Juvenil y Adultos.

El verano es para muchos niños un paréntesis total de libros, deberes y exámenes. Y, aunque la desconexión es necesaria para recargar energías, también puede ser un momento clave para sembrar motivación y confianza de cara al nuevo curso. “El ocio bien gestionado potencia la creatividad, la autonomía y las ganas de aprender, mientras que un ocio pasivo puede restar oportunidades de desarrollo”, asegura Andreína Pereda, psicóloga Infantil, Juvenil y Adultos.

Con septiembre a la vista, la experta recomienda a las familias introducir pequeñas rutinas y actividades que, sin parecer deberes, mantengan vivo el hábito de aprendizaje: desde leer juntos y explorar la naturaleza, hasta cocinar en familia o crear proyectos creativos. “La clave está en fomentar la motivación intrínseca, para que los niños valoren su esfuerzo y progreso más allá de la nota o del premio material”, añade.

En esta entrevista, comparte estrategias para que la vuelta al cole sea una experiencia positiva, sin amenazas ni chantajes emocionales, y con la autoestima como motor para un aprendizaje duradero.

Durante el verano, muchos niños desconectan totalmente del entorno escolar. ¿Es positivo ese “descanso total” o conviene mantener algún tipo de rutina o estimulación cognitiva?
–Durante el curso escolar, muchos niños, especialmente a partir de los últimos cursos de Primaria, están sometidos a altos niveles de exigencia: exámenes, deberes, proyectos, actividades extraescolares… La lista de tareas les deja poco margen para la exploración y el descanso. Por eso, en vacaciones de verano, la desconexión resulta esencial. El ocio no solo es necesario para recargar energías, sino que también favorece el desarrollo de la creatividad y el aprendizaje natural.

Ahora bien, un ocio mal gestionado puede tener efectos negativos. Si se limita a pasar horas frente a la televisión, jugar a videojuegos sin control o permanecer la mayor parte del tiempo en casa, el niño pierde oportunidades valiosas de desarrollo. El verano es una ocasión ideal para ofrecer experiencias enriquecedoras a nivel social, personal y creativo, alejadas de las estructuras rígidas que caracterizan el curso escolar. Aprender puede adoptar muchas formas y esta época permite estimularles de manera más libre y divertida, además de fomentar su autonomía.

Aun así, no debemos olvidar que en septiembre volverán a la rutina escolar. Para facilitar esa transición, conviene mantener cierta estabilidad en algunos horarios y rutinas, e incluir pequeños momentos para realizar tareas ligeras, como cálculo, lectura, etc., adaptadas a la edad y capacidad del niño. De este modo, evitamos un cambio brusco y favorecemos que retomen el ritmo académico con mayor facilidad.

"

El verano es una ocasión ideal para ofrecer experiencias enriquecedoras a nivel social, personal y creativo

"

¿Qué actividades podríamos hacer en verano que, sin parecer deberes, ayuden a reforzar lo aprendido durante el curso?
–Las posibilidades son infinitas y llenas de valor. Una de las más importantes es dedicar tiempo a fortalecer los vínculos: con los padres, entre hermanos, con los abuelos y con los amigos. Durante el curso, solemos ir “con el piloto automático”, sin apenas parar, y nos queda poco espacio para compartir momentos de calidad en los que mirarnos, conversar y conectar sin prisas. El verano es una oportunidad perfecta para elegir, dentro de los intereses de nuestros hijos, actividades que favorezcan esos espacios compartidos.

En mi caso, como madre de un niño de 8 años, me encanta proponer proyectos que nos mantengan ilusionados todo el verano. Recuerdo un año en el que construimos un coral: recolectamos conchas, recogimos arena, compramos plastilina, planificamos el diseño, vimos tutoriales juntos… Fueron muchos días de trabajo en equipo que nos permitieron conectar desde sus intereses y crear recuerdos muy especiales.

También es un momento ideal para acercarse a la naturaleza y a la cultura, tanto en nuestra propia ciudad como, si es posible, en otros lugares. Explorar entornos nuevos fomenta la curiosidad por aprender, siempre adaptando la experiencia a las necesidades y edad del niño.

Por último, el verano es una ocasión maravillosa para potenciar su autonomía con tareas cotidianas: preparar juntos una comida, elaborar y leer la lista de la compra, pedir y pagar en un restaurante… Actividades sencillas que, además de ser útiles, aumentan su confianza y contribuyen a su desarrollo personal.

"

Explorar entornos nuevos fomenta la curiosidad por aprender

"

¿Cómo se puede motivar a los niños para que vuelvan al colegio con ganas, sin caer en amenazas o chantajes emocionales (“ya se te acaba lo bueno”, por ejemplo)?
–Ese tipo de mensajes, del estilo “ya se te acaba lo bueno”, suelen generar una visión negativa de la vuelta al colegio y pueden provocar resistencia o desmotivación. En lugar de recurrir a amenazas o chantajes emocionales, es más efectivo despertar su ilusión por lo que está por venir.

Podemos hablarles de las oportunidades de crecimiento que tendrán, de los nuevos proyectos que realizarán, de las actividades extraescolares que comenzarán o de las amistades que volverán a ver. Frases como: “Este año tendrás nuevos retos, ¡qué emocionante!” o “Vas a aprender cosas que aún no conoces” transmiten entusiasmo y ayudan a enfocar el regreso como una etapa llena de posibilidades.

También es útil involucrarlos en los preparativos: elegir juntos el material escolar, organizar su espacio de estudio o marcar en un calendario las fechas especiales del trimestre. De esta forma, sienten que participan activamente en el inicio del curso y que no es solo una obligación, sino un momento de estreno y descubrimiento.

¿Hasta qué punto influye el estado emocional con el que los niños empiezan el curso en su rendimiento académico posterior?
–El estado emocional con el que los niños inician el curso influye, pero no determina por completo su rendimiento académico. Un buen comienzo puede facilitar la adaptación y la motivación, pero si no se mantiene el esfuerzo y la constancia, ese impulso inicial puede diluirse. De la misma manera, un inicio con dificultades no significa que el curso vaya a ir mal: siempre es posible reconducir la situación con apoyo y acompañamiento.

Es natural que algunos niños, especialmente aquellos que tienen algunas dificultades de aprendizaje, se sientan menos motivados al principio. En esos casos, es importante ofrecerles pequeños logros y refuerzos positivos que les permitan avanzar paso a paso, ganar confianza y, con ello, mejorar su actitud y su rendimiento.

Muchos padres premian las notas con regalos o incentivos. ¿Qué opinas de este tipo de recompensas? ¿Pueden ser perjudiciales?
–Lo ideal es fomentar en los niños una motivación intrínseca hacia el aprendizaje, ayudándoles a comprender que el verdadero valor está en el conocimiento adquirido y en el esfuerzo realizado, no solo en la nota final. Los logros académicos son suyos y les acompañarán siempre, mientras que un premio material es algo pasajero y superficial.

Es preferible reforzar con palabras y gestos que reconozcan su dedicación, constancia y superación. Comentarios como “me encanta cómo te has esforzado” o “has trabajado con mucha perseverancia” les ayudan a asociar el aprendizaje con sensaciones positivas que dependen de ellos mismos.

Dicho esto, no es necesario ser rígidos. Una recompensa puntual, siempre enfocada a valorar el esfuerzo y no únicamente el resultado, puede ser una experiencia agradable y motivadora para toda la familia. La clave está en que el premio no se convierta en la única razón para aprender, sino en un complemento ocasional que refuerce el trabajo bien hecho.

"

Lo ideal es fomentar en los niños una motivación intrínseca hacia el aprendizaje

"

Entonces, ¿deberíamos dar la misma importancia a un sobresaliente que a un esfuerzo genuino aunque no llegue a la “nota alta”?
–Por supuesto. El esfuerzo, la dedicación, la perseverancia y la constancia son las verdaderas fortalezas que acompañarán al niño a lo largo de su vida y le ayudarán a alcanzar cualquier meta que se proponga. Estos valores deben ser siempre los protagonistas, por encima de una nota.

La nota final depende de muchos factores: desde el nivel de dificultad de la materia hasta el estado emocional del niño en un momento determinado. Centrar toda la atención únicamente en el resultado puede generar frustración y restar valor al proceso de aprendizaje. Reconocer y celebrar el esfuerzo, incluso cuando no se alcanza la “nota alta”, es lo que realmente impulsa a seguir intentándolo y a desarrollar una actitud positiva hacia el aprendizaje.

¿Cómo se puede hablar con los hijos sobre las notas o los resultados del curso sin convertirlo en un juicio o presión excesiva?
–Es importante promover espacios de diálogo y reflexión en los que el niño se sienta escuchado, validado y no juzgado. Podemos empezar preguntándole cómo se siente con esa nota, qué cree que ha hecho bien, qué le gustaría mejorar y de qué se siente orgulloso. De este modo, le ayudamos a comprender que las calificaciones son solo una herramienta para conocer su progreso, no una etiqueta que le define.

Este enfoque fomenta la autoconfianza y la responsabilidad, ya que el niño aprende a analizar sus propios resultados y a marcarse metas realistas para el futuro.

En el caso de niños que han tenido dificultades o incluso han suspendido, ¿cómo podemos apoyarles emocionalmente durante el verano sin agobiarles más?
–El verano puede ser una oportunidad maravillosa para reconectar con los niños y reforzar su confianza, ya que podría estar algo dañada si ha habido muchas dificultades. Es importante que no perciban estas semanas como un castigo o una extensión del curso, sino como un tiempo para descansar, recuperar energía y descubrir que son capaces de aprender y progresar. Podemos apoyarles ofreciendo actividades que les permitan experimentar pequeños logros, como leer un libro que le guste, practicar un deporte, plantar y cuidar una planta o participar en un proyecto creativo. Estas experiencias fortalecen su autoestima y les recuerdan que sus capacidades van mucho más allá de las notas.

Si es necesario repasar, lo ideal es hacerlo de forma ligera y adaptada, integrándolo en juegos o retos que resulten motivadores. Y, sobre todo, acompañar la realización de estas tareas con mensajes positivos que transmitan confianza en que podrán mejorar el próximo curso.

¿Qué papel juega la autoestima en todo este proceso?
–La autoestima es fundamental para la motivación escolar, porque cuando los niños se sienten seguros de sí mismos, confían en sus capacidades y están más dispuestos a afrontar retos y aprender. Durante el verano, en casa, podemos fortalecerla creando un ambiente de apoyo y reconocimiento donde les ayudemos a descubrir y valorar sus fortalezas.

Cada niño es único y posee grandes cualidades en su interior, aunque a veces necesite un poco de ayuda para identificarlas y creer en ellas. Por ejemplo, un niño al que le cuestan las matemáticas en el colegio puede tener una gran curiosidad, ser muy amable y un gran lector. Poner el foco en esas fortalezas le ayudará a ganar seguridad y a sentirse bien consigo mismo.

Cuanto más sólida esté su autoestima, más preparado estará para enfrentarse con confianza a los retos que le depare el nuevo curso.

Retos, miedos y oportunidades: ¿cómo pueden las familias acompañar a sus hijos en el arranque del nuevo curso?
–En primer lugar, al acercarse septiembre, es útil iniciar una adaptación progresiva a los horarios escolares para que el cambio no sea brusco. También es fundamental acompañar a los niños en la gestión de la incertidumbre con mensajes alentadores, como “confío en que serás capaz de afrontarlo” o “vamos paso a paso, juntos”.

Además, es positivo centrarse en pequeñas áreas de control, como preparar los materiales u organizar la mochila, ya que esto les aporta sensación de seguridad y significado.

Y, por último, de cara al comienzo del nuevo curso, es fundamental establecer rutinas claras y previsibles, negociando con los niños para que se sientan escuchados y partícipes del proceso. Informarles sobre sus nuevos horarios, la organización familiar y otros cambios también será de gran ayuda. De este modo, facilitaremos que el “aterrizaje” en el nuevo curso sea tranquilo, seguro y positivo para ellos.

0