Amparo Alonso: “La IA puede ser una gran aliada, pero no puede sustituir la mirada humana”

La catedrática de Inteligencia Artificial Amparo Alonso, una de las mayores expertas europeas en ética y tecnología educativa, inauguró su intervención en las Jornadas de Psicología, Educación y Salud Mental —celebradas entre los días 6 y 10 de octubre en el Palacio de la Magdalena (Santander)— con una advertencia clara: “Estamos ante una herramienta poderosísima, pero si no aprendemos a usarla con criterio, la inteligencia artificial puede empobrecer nuestra forma de pensar y escribir”.
MagisterioViernes, 10 de October de 2025
0

La catedrática de Inteligencia Artificial Amparo Alonso durante su conferencia en las Jornadas de Psicología, Educación. © COLEGIO OFICIAL DE PSICOLOGÍA DE CANTABRIA

En declaraciones exclusivas a MAGISTERIO, Alonso comparó el uso precoz de la IA en la educación con el empleo prematuro de la calculadora. “Un niño que aún no ha aprendido a dividir no debería depender de una calculadora. Con la inteligencia artificial ocurre lo mismo: si los alumnos la utilizan demasiado pronto, corremos el riesgo de atrofiar su creatividad y su pensamiento crítico”. La científica, que lleva más de dos décadas investigando la aplicación de la IA al aprendizaje, defiende su incorporación de forma gradual y guiada, siempre con una supervisión ética y pedagógica clara. “Tenemos que empezar a regular la edad y el modo en que los niños interactúan con estas herramientas. Es una cuestión de madurez cognitiva y de responsabilidad educativa”, señaló.

"

Si se usa demasiado pronto, la IA atrofia la creatividad y el pensamiento crítico

"

La revolución del aprendizaje personalizado

Durante su conferencia, titulada Cómo la inteligencia artificial está cambiando la educación de jóvenes y adultos, Alonso expuso cómo la IA está transformando la enseñanza desde la educación infantil hasta la formación continua de adultos. Explicó que, por primera vez en la historia, la tecnología permite personalizar el aprendizaje a gran escala. “Un profesor con 50 alumnos no puede adaptar cada clase a las necesidades de cada uno, pero un tutor inteligente sí”, afirmó.

Estos sistemas —como Khanmigo, Socrative o MagicSchool.ai— pueden detectar dificultades, ajustar el ritmo de aprendizaje y ofrecer retroalimentación inmediata. “La IA permite detectar el riesgo de fracaso escolar antes de que sea visible y ayudar a los docentes a intervenir a tiempo”, subrayó. Sin embargo, advirtió que la automatización no puede convertir la educación en un proceso mecánico: “El reto no es enseñar con máquinas, sino enseñar con sentido humano. La tecnología no sustituye la empatía ni la relación personal”.

"

La IA personaliza el aprendizaje, pero no reemplaza la empatía ni el juicio docente

"

Oportunidades para todas las edades

Alonso destacó que la IA no solo transforma la escuela, sino también la formación de adultos y mayores. “Estamos ante una educación que ya no termina con la universidad. La inteligencia artificial nos permite aprender a cualquier edad, sin necesidad de volver a una institución física”, explicó.

Las herramientas de aprendizaje continuo —como LinkedIn Learning, Degreed o Percipio— permiten identificar brechas de habilidades y proponen itinerarios personalizados para la recualificación laboral. “La IA puede facilitar la reinvención profesional, sobre todo en un mercado que cambia con rapidez y elimina tareas repetitivas”, señaló.

También subrayó su potencial inclusivo: lectores de pantalla, traductores automáticos o sistemas de transcripción en tiempo real pueden eliminar barreras para personas con discapacidad y hacer la educación más accesible. “La IA bien diseñada puede democratizar el conocimiento, siempre que no se convierta en un privilegio de quienes tienen mejor acceso a la tecnología”, advirtió.

Brecha digital y sesgos algorítmicos

Uno de los apartados más aplaudidos de su exposición fue el dedicado a la brecha digital entre los jóvenes. Alonso mostró tres dimensiones del problema: acceso desigual a la infraestructura, calidad de los algoritmos y alfabetización digital insuficiente. “En zonas rurales o en hogares con bajos recursos, muchos alumnos no pueden usar herramientas de IA avanzadas. Y si los algoritmos se entrenan con datos sesgados, amplifican desigualdades”, explicó.

Recordó el caso del Reino Unido durante la pandemia, cuando un algoritmo de evaluación sustituyó a los exámenes y penalizó a los estudiantes de colegios públicos. “Ese ejemplo nos recuerda que una tecnología no es neutral: reproduce los sesgos de quien la diseña”, afirmó. Para Alonso, “la IA puede ser justa o injusta según los datos con los que la alimentemos. Por eso necesitamos transparencia y auditorías éticas en educación”.

"

En Educación, transparencia y auditorías éticas son imprescindibles para evitar sesgos

"

También alertó del peligro de confiar ciegamente en los resultados de los sistemas automáticos: “La IA no tiene sabiduría contextual. Un diagnóstico pedagógico mal interpretado puede encasillar a un alumno y condicionar su futuro”.

Riesgos de desinformación y dependencia cognitiva

Otro de los ejes de su intervención fue la dependencia cognitiva que generan las herramientas de IA generativa. Alonso advirtió que la sobreutilización de chatbots o asistentes automáticos puede reducir la autonomía intelectual y el pensamiento crítico. “Si dejamos que la máquina escriba por nosotros, dejamos también que piense por nosotros”, afirmó.

La investigadora mostró ejemplos de “alucinaciones”, respuestas inventadas por sistemas de IA, y recordó que muchos estudiantes ya las citan como si fueran fuentes reales. “La educación no puede renunciar a la duda. Hay que enseñar a usar la IA como herramienta, no como oráculo”, defendió.

Entre las estrategias educativas que propuso destacan la alfabetización digital y mediática, la evaluación crítica de contenidos y la promoción de un escepticismo saludable ante los resultados automatizados.

"

Enseñemos a usar la IA como herramienta, no como oráculo infalible

"

Docentes, guías en la era digital

La catedrática subrayó que la inteligencia artificial no es un reemplazo del profesorado, sino un apoyo. “El docente pasa de ser transmisor de contenidos a facilitador y mentor. Su papel es mantener la empatía, la interacción social y el desarrollo emocional que solo un ser humano puede ofrecer”, afirmó.

Enumeró las competencias del siglo XXI que los educadores deben promover: alfabetización en IA, pensamiento crítico, creatividad e innovación, y ciudadanía digital responsable. “No basta con saber usar estas herramientas; hay que entenderlas y decidir cuándo y para qué conviene usarlas”, añadió.

A su juicio, “la IA puede automatizar la corrección de exámenes o la planificación de clases, pero nunca podrá mirar a un alumno a los ojos y comprender lo que siente”. Por eso, concluyó su conferencia con una frase que resume toda su intervención: “La inteligencia artificial es una brújula, pero el rumbo lo debe marcar la inteligencia humana”.

Esta crónica constituye la cuarta entrega de la serie de reportajes que MAGISTERIO dedica a las Jornadas de Psicología, Educación y Salud Mental, celebradas en el Palacio de la Magdalena (Santander).

La quinta entrega estará dedicada a la conferencia de Annette Kreuz, psicóloga clínica y presidenta de la Asociación de Terapeutas de Familia de la Comunidad Valenciana, que abordará el tema “Familias con adolescentes en el siglo XXI”, una reflexión sobre los nuevos modelos parentales, los vínculos afectivos y los desafíos emocionales de la adolescencia actual.

0
Comentarios