Annette Kreuz: “Los profesores deben ser 'tutores de resiliencia' en la vida de los adolescentes”

“Siempre hay un profesor que se convierte en el fan del lado bueno de un alumno en problemas.” Con esta frase, la psicóloga clínica Annette Kreuz, directora del Centro de Terapia Familiar Fase 2 de Valencia y presidenta de la Asociación de Terapeutas de Familia de la Comunidad Valenciana, sintetizó una de las ideas centrales de su ponencia “Familias con adolescentes en el siglo XXI”, presentada en las Jornadas de Psicología, Educación y Salud Mental celebradas en el Palacio de la Magdalena de Santander entre el 6 y el 10 de octubre.
MagisterioLunes, 13 de October de 2025
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Annette Kreuz. © COLEGIO OFICIAL DE PSICOLOGÍA DE CANTABRIA

En conversación exclusiva con MAGISTERIO, Kreuz subrayó que los profesores pueden ejercer un papel decisivo en el bienestar emocional de los jóvenes. “Esos adultos actúan como ‘tutores de resiliencia’ del alumno: le marcan límites desde la autenticidad y le transmiten que están de su parte”, explicó. “Cuando uno pregunta a una persona adulta quién le ayudó de verdad en su adolescencia, rara vez menciona a sus padres. Casi siempre habla de un profesor”.

A su juicio, ese vínculo entre maestro y alumno “no solo protege frente al sufrimiento, sino que puede cambiar el rumbo vital de un adolescente”. Por eso, anima a los docentes a “ser parte del club de fans de la parte buena de cada alumno”.

El profesor como detector temprano

Kreuz explicó que muchos de los casos que llegan a su consulta se detectan primero en el ámbito escolar. “Los docentes tienen una enorme capacidad de observación; perciben cuando un alumno no encaja dentro de los objetivos comunes de la clase. En ese momento hay que preguntarse qué está ocurriendo”.

El enemigo común es el futuro paralizado de un adolescente

Los comportamientos por exceso –hiperactividad, conflictos, agresividad– y por defecto –aislamiento, apatía, ausencia de respuesta– son, según ella, señales de alerta emocional. “El primer paso de muchas consultas proviene del colegio. Y eso es muy positivo, porque significa que hay una mirada atenta”.

Cuando esas señales se repiten, el centro educativo debe abrir un canal de diálogo con la familia. “No se trata de culpabilizar a los padres, sino de crear un equipo. El enemigo común es el futuro paralizado de un adolescente”, afirmó.

El triángulo familia–escuela–profesorado

Durante la entrevista, Kreuz insistió en que la cooperación entre familia y escuela es el principal factor protector frente a los problemas de salud mental. “Los padres suelen vivir la llamada del colegio como un fracaso; el reto es transformar esa sensación en una oportunidad de colaboración”, explicó.

En su opinión, el modelo ideal es aquel en el que los profesores y los progenitores forman un mismo equipo de acompañamiento emocional. “El colegio puede compensar estilos educativos extremos, ya sea por ausencia o por exceso de presión. Uno y otro generan sufrimiento”, añadió.

Las autolesiones no son rebeldía, son una forma de expresar angustia

Kreuz recordó que los centros educativos pueden desempeñar un papel mucho más importante del que creen. “El colegio enseña a autorregular las emociones, a manejar el estrés, a convivir. A veces los niños son quienes enseñan a sus propios padres estrategias más saludables”.

Nuevos síntomas, viejas heridas

La psicóloga alertó del aumento de autolesiones, depresión y trastornos de alimentación en adolescentes, fenómenos que –según explicó– se han intensificado tras la pandemia. “Las autolesiones no son un gesto de rebeldía, sino una forma de expresar angustia. Son la manera que muchos jóvenes encuentran para exteriorizar un dolor que no saben poner en palabras”.

Reconoció que estas conductas también suponen un impacto devastador para las familias y los docentes. “Las autolesiones son un golpe emocional tremendo para los adultos, porque los deja impotentes. Pero cuando padres y profesores se unen en lugar de reprocharse, los avances son enormes”.

El colegio enseña a autorregular emociones y manejar el estrés

A su juicio, “todos los síntomas son señales de sufrimiento”, y el trabajo terapéutico consiste en leer ese dolor y traducirlo en acompañamiento. “Cada chico expresa su malestar a su manera: unos evitando el contacto, otros buscándolo de forma impulsiva. Lo esencial es escuchar lo que hay detrás”.

Estrés, exigencia y presión académica

Kreuz observó que el origen del malestar adolescente ha cambiado: “Hace unos años se hablaba de permisividad; ahora vemos padres excesivamente exigentes”. La presión por las notas y el futuro académico provoca “niveles altísimos de ansiedad y depresión”, explicó.

“El estrés tiene tres caras: el interpersonal, que proviene del conflicto con los iguales; el intrapsíquico, que es la lucha interna; y el que nace de la relación entre familia y escuela”, detalló. Reducir cualquiera de esos tres niveles, añadió, mejora la salud mental de los menores.

Las redes no son malas; el peligro es dejar solos a los adolescentes

Defendió que los centros promuevan campañas de salud mental similares a las de alimentación saludable o sostenibilidad, pero desde la propuesta y no desde la culpa. “Cuando se cambió el papel de aluminio en los bocadillos nadie culpó a los padres: se ofreció una alternativa mejor. Con la salud mental deberíamos hacer lo mismo”, señaló.

Tecnología y pensamiento crítico

Otro de los temas abordados fue el impacto de las tecnologías en la adolescencia. “Las redes sociales, la pornografía o la hiperconectividad no son malas en sí mismas; el problema es la dosis y la edad de exposición”, advirtió.

Kreuz insistió en que una mente en desarrollo no puede digerir ciertos contenidos sin acompañamiento adulto. “Las redes no son nocivas si se usan con supervisión; lo peligroso es dejar a los adolescentes solos ante ellas”.

A su juicio, los centros educativos deben ser los espacios donde se aprenda a discernir. “Las escuelas siempre han enseñado a pensar. Ahora deben enseñar a distinguir lo real de lo falso y a comprender las consecuencias de cada elección”.

Romper la herencia del sufrimiento

La psicóloga destacó que no existen familias sin conflictos, pero sí distintas formas de enfrentarlos. “Lo esencial es no cronificar el dolor. Muchos conflictos familiares se vuelven crónicos y acaban definiendo al niño como ‘el problema’, cuando solo es una reacción al entorno”.

Recordó que hay circunstancias familiares de riesgo, pero también factores de protección capaces de cambiar el rumbo de un adolescente. “Si colegio y familia actúan juntos como red de apoyo, el desenlace cambia. No todo está determinado”.

“Construir la identidad –añadió– significa elegir qué heredar y qué cortar. Podemos mejorar lo recibido o poner fin a lo que nos hizo daño”.

Esta crónica constituye la quinta entrega de la serie que MAGISTERIO dedica a las Jornadas de Psicología, Educación y Salud Mental, celebradas en el Palacio de la Magdalena (Santander).

La sexta entrega estará dedicada a la conferencia de Carla Álvarez Ferradas, neuropsicóloga y divulgadora científica, titulada “Cómo cambia el cerebro de los adolescentes”, una sesión centrada en la plasticidad cerebral, la toma de decisiones y los procesos emocionales que marcan esta etapa de desarrollo.

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