Debate, el 'deporte académico' que infunde seguridad lingüística

Dos de los oradores ganadores de la 25º edición de la Liga Española de Debate Universitario (LEDU), Alberto García Chaparro y Carmen Ramos Aramburu, relatan su experiencia como debatientes desde que comenzaron como estudiantes en la universidad para el periódico MAGISTERIO.
Alba UcedaMartes, 28 de October de 2025
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Tras más de un lustro de trayectoria, junto a sus otros compañeros ganadores (Carlos Samuel Iruzubieta y Rodrigo Sánchez-Bleda Urbiola) para Alberto y Carmen ganar la LEDU ha sido “un sueño cumplido”. © LEDU

En cualquier conversación cotidiana, los seres humanos podemos encontrar contradicciones con nuestro interlocutor. Dar pie al debate puede surgir en el momento menos esperado, por lo que disponer de las destrezas comunicativas orales suficientes para defender los ideales propios es fundamental para tornar la conversación a favor de uno mismo.

La oratoria no solo sirve para competir en torneos de debate, sino que aporta seguridad, confianza y, sobre todo, credibilidad. Así lo han comprobado Alberto García Chaparro y Carmen Ramos, dos de los cuatro ganadores de la LEDU a través de la Universidad Pontificia de Comillas, que disputaron contra los alumnos de la Universidad Carlos III de Madrid.

Ganar la LEDU

Tras más de un lustro de trayectoria, junto a sus otros compañeros ganadores (Carlos Samuel Iruzubieta y Rodrigo Sánchez-Bleda Urbiola) para Alberto y Carmen ganar la LEDU ha sido “un sueño cumplido”.

Todos ellos han finalizado sus estudios universitarios, por lo que era la última oportunidad del equipo de Comillas para obtener el premio en la final de la LEDU, celebrada en el Palacio de Congresos Europa de Vitoria-Gasteiz. Al ser una victoria común, Chaparro y Ramos declaran que sienten una “felicidad multiplicada” al ser “compartida con sus amigos”.

El proceso de preparación del coloquio

El debate en grupo cuenta con una doble planificación, ya que los integrantes deben prepararse tanto en grupo como individualmente. El tiempo de preparación suele ser un mes antes del día del evento, en el momento que los participantes conocen la pregunta del debate. En esta edición de la LEDU, la cuestión fue si el fenómeno de la inmigración genera más beneficios que problemas.

No obstante, al tratarse de la final de la LEDU, Carmen y Alberto confirman que tuvieron tres meses por delante antes del coloquio que los llevaría a la victoria. “Tuvimos tres meses de antelación, ya que era la final y estaba el verano de por medio”, explica Chaparro.

Una vez los organizadores revelan la pregunta del debate, el equipo de la Universidad Pontificia de Comillas establece un periodo de tiempo para la investigación individual sobre el tema, antes del día previsto para reunirse y, de tal manera, poner en común los contenidos. Tras realizar esta tarea, en la jornada de reunión establecen la línea argumental del equipo. “Lo complicado es estar todos de acuerdo y eso conlleva tiempo”, reconoce Ramos.

Por último, los cuatro participantes buscan las evidencias y las reparten entre ellos, además de adjudicar el rol en el cual se especializará cada uno. “Al final lo que nos sirve es estar los cuatro juntos presencialmente”, concluye Carmen.

Los roles de los participantes

En un coloquio con varias personas por equipo, cada miembro adquiere un rol.

En primer lugar, el introductor debe dar un discurso de cuatro minutos aprendido de memoria, papel desempeñado por Samuel Iruzubieta en la final de la LEDU. “Su entreno individual es repetírselo hasta que se lo sepa como su DNI”, manifiesta Alberto; aunque Carmen advierte que también debe conocer de qué va ir el debate en general, ya que tiene que responder varias preguntas de examen cruzado a lo largo de dos minutos. “Tiene que ser un experto en datos y evidencias”.

Después, el primer refutador desarrolla la línea argumental, por lo que su preparación se basa en el control de datos y en la capacidad para exponer los argumentos en poco tiempo. El encargado fue Rodrigo Sánchez-Bleda.

Seguidamente, Alberto (el segundo refutador), toma una posición más ofensiva en la cual debe objetar los argumentos del grupo oponente. “Debo anticiparme a lo que van a exponer los contrincantes […]. Sobre todo tener las cosas muy claras, cuáles son las evidencias y generar una visión global del debate”, cuenta Chaparro.

En última instancia, Carmen (la conclusora) ofrece un resumen general de toda la estrategia del coloquio: “esencialmente consiste en identificar los choques argumentales en función del tipo de pregunta. También tengo que conocer las evidencias y las refutaciones que va a hacer Alberto, porque es lo que más repito”.

Debate en grupos de cuatro personas VS. en parejas

Chaparro y Ramos encuentran tanto ventajas como dificultades en cada modalidad a la hora de desarrollar y exponer la estrategia del coloquio.

Por una parte, el debate en equipos de cuatro personas (cada una con su propia visión), supone que todos los miembros del grupo estén de acuerdo, por lo que es imprescindible encontrar a gente “con la que tengas química para trabajar”. Por ello, el equilibrio es fundamental; es decir, que todos los miembros “tengan el mismo nivel o parecido”. Aunque el segundo refutador, Alberto Chaparro, considera que el debate en pareja es más fácil, asegura que “si las cuatro personas funcionan de manera equilibrada y se alcanza una relación simbiótica perfecta entre ellas, el resultado es más bonito”.

Por otra parte, el debate en parejas también tiene sus propias complicaciones. Al fin y al cabo, cada integrante del dúo debe “asumir dos roles al mismo tiempo”, por lo que el tiempo de preparación se ve más condensado. No obstante, a su vez es más sencillo, ya que solo se disputa contra un contrincante, y no frente a tres como en el debate entre cuatro personas.

La oratoria en las instituciones educativas nacionales

Aunque cada vez son más las instituciones académicas que implementan actividades, torneos e incluso asignaturas dedicadas a la oratoria, es una realidad que en España el debate no tiene el mismo reconocimiento social respecto a otros países. “En Estados Unidos nos sacan mucha ventaja porque en los países anglosajones se valora muy positivamente. Un torneo como el que hemos ganado nosotros allí es el equivalente al prestigio del quarterback del equipo de fútbol americano”, reconoce Chaparro.

A pesar de que la conclusora afirma que el debate está más presente, Alberto Chaparro considera que todavía se puede avanzar gracias a su democratización: “es muy notorio en la comunicación cuando hay una base sólida, fruto de una formación en las edades primarias”, concluye.

Atentamente, los ganadores de la LEDU

La extensa trayectoria en el ámbito de la oratoria avala sus palabras. Chaparro y Ramos tienen claro qué les recomendarían a los próximos participantes e, incluso, a los siguientes ganadores de la LEDU.

Ambos llaman a la paciencia y a la humildad. Los resultados de un coloquio son “subjetivos”, y a pesar de haber llevado un buen entreno, a veces no son los esperados Por ello, aseguran que el aprendizaje de los errores y la apertura a la innovación son factores del progreso, siempre y cuando se lleven a cabo desde la humildad. “El tiempo da dulces salidas a muchas amargas dificultades”, concluye el segundo refutador.

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