Juan Pablo Dabdoub: “La mayoría de las veces un colegio necesita hacer menos y mejor”

El cofundador de Become propone rediseñar la vida escolar ordinaria para que esté al servicio del carácter, no solo del rendimiento.
MagisterioLunes, 27 de October de 2025
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Juan Pablo Dabdoub, en el 52º Congreso Nacional de CECE.

El 52º Congreso de CECE ha acogido este viernes la ponencia de Juan Pablo Dabdoub, cofundador de la iniciativa Become, centrada en formación del carácter en centros educativos. Bajo el título “Ideas marco para rediseñar la educación”, Dabdoub propuso a los asistentes repensar las estructuras y prioridades de los colegios. Su tesis es clara: si queremos resultados distintos, no basta con insistir más en lo mismo, hay que cambiar el diseño.

El educador arrancó su intervención con una metáfora contundente: la de un hombre que busca sus llaves bajo una farola, no porque se le hayan caído ahí, sino porque “ahí se ve mejor”. Con esta imagen ilustró cómo los directivos escolares, a menudo, concentran sus esfuerzos en lo más visible y controlable –programas, técnicas, recursos, comunicación–, cuando las verdaderas claves del cambio están en otro lugar: en la cultura escolar.

El problema es el diseño

A lo largo de su exposición, Dabdoub cuestionó el paradigma dominante en muchas instituciones educativas: pensar que para mejorar basta con incorporar más actividades, más recursos, más herramientas metodológicas. “La mayoría de las veces, lo que necesita un colegio no es hacer más cosas, sino hacer menos y mejor”, afirmó.

Criticó también el enfoque exclusivamente técnico, que confía en que el próximo método, la próxima formación o el próximo software solucionará los problemas estructurales. Frente a eso, defendió que muchas escuelas están perfectamente diseñadas para que sus miembros no se comprometan, no reflexionen o no colaboren. “Las escuelas están perfectamente diseñadas para los resultados que están obteniendo”, advirtió, citando al que fuera director de la American Association of School Administrators, Paul Houston.

El 95 % es lo ordinario

Con ironía, Dabdoub enumeró muchas de las medidas estrella que los colegios presentan como proyectos de formación del carácter: clases de valores, aprendizaje-servicio, mindfulness, lectura de clásicos, selección rigurosa, tutorías individuales… “Todo eso está bien —dijo—, pero representa solo el 5 % del tiempo de un alumno en el colegio”.

El verdadero cambio, en su opinión, se juega en el 95 % restante: las clases de matemáticas, los recreos, los pasillos, las reuniones de profesores, los conflictos, las celebraciones. “Es ahí donde se forja el carácter. Y si no está diseñado para ello, no sirve de nada todo lo demás”. En este sentido, insistió: “No hace falta hacer más, sino rediseñar lo que ya hacemos”.

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El carácter se forma en los pasillos, no en las clases de valores

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Cultura buena vs. cultura tóxica

Una parte central de la ponencia consistió en comparar dos modelos de cultura escolar. A través de una batería de frases y escenas proyectadas, Dabdoub invitó a los asistentes a analizar su propio centro. Desde el miedo a opinar o a comprometerse, hasta la prisa que impide reflexionar, pasando por el uso del castigo y el control como herramienta de disciplina, describió una cultura escolar que genera desgaste, cinismo y mediocridad.

Frente a ella, propuso otra muy distinta: una cultura donde se confía, se colabora, se reflexiona y se trabaja por sentido. “En un colegio así, los profesores no faltan si pueden evitarlo. Y los alumnos quieren parecerse al que estudia y ayuda, no al que se sale con la suya”.

La herramienta más poderosa es el maestro

Para Dabdoub, no es posible formar personas si los adultos del colegio no están también en camino de crecimiento personal y profesional. Por eso, subrayó que el carácter del profesorado –y muy especialmente del equipo directivo– es clave: “Educar el carácter no es una opción. Lo haces sí o sí. La única decisión es si lo haces de forma intencional o por omisión”.

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Todo colegio educa el carácter: la diferencia es si lo hace por diseño o por omisión

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Animó a los asistentes a no caer en la trampa de pensar que basta con repetir un mensaje o “dar charlas de valores”. Citando al escritor, filósofo y poeta americano Ralph W. Emerson, concluyó: “Tus acciones hablan tan alto que no puedo escuchar lo que dices”.

Rediseñar la vida escolar

En lugar de seguir buscando fuera la solución –más recursos, mejor comunicación, nuevas metodologías–, el ponente insistió en que las llaves están dentro: en cómo se diseñan los espacios, los horarios, las relaciones y las rutinas del colegio.

“¿Por qué no rediseñar las cosas ordinarias para que estén orientadas al carácter?”, preguntó. “No hace falta hacer más, ni cosas extraordinarias. Hace falta que todo lo que ya hacemos, desde cómo tratamos a un niño en el autobús hasta cómo celebramos un cumpleaños, esté diseñado para cultivar lo que nos importa”.

La cultura es el suelo que permite florecer

Cerró su intervención con la metáfora de la semilla: “Una semilla es un misterio. No sabemos cómo convertir agua y tierra en un fruto. Pero sí sabemos qué condiciones necesita una semilla para crecer”. Según Dabdoub, la cultura de un centro es ese suelo fértil o ese desierto hostil que condiciona el florecimiento personal de cada miembro de la comunidad educativa.

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