La bajada de ratios en Infantil reconfigura las aulas madrileñas

En la Comunidad de Madrid, el segundo ciclo de Educación Infantil ha perdido un 22 % de alumnos en la última década, lo que obliga a replantear recursos, plantillas y estrategias para atender de forma individualizada a los niños.
Alba BartoloméLunes, 6 de October de 2025
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“Infantil es la base de todo. Es el lugar donde los niños descubren que aprender puede ser divertido y donde la escuela empieza a parecerse a la vida”.

El sistema educativo madrileño vive una transformación silenciosa. En apenas una década, el segundo ciclo de Educación Infantil (de 3 a 6 años) ha perdido más de una quinta parte de su alumnado. Una caída que no solo refleja la baja natalidad que arrastra España, sino que está alterando la estructura, la planificación y el sentido mismo de las aulas de los más pequeños.

Según datos del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes difundidos por Efe, el número de alumnos matriculados en segundo ciclo de Infantil ha pasado de 1,47 millones en el curso 2011-12 a 1,07 millones en el actual 2024-2025. Son más de 400.000 niños menos en doce años, de los cuales más de 70.000 se han perdido solo en los dos últimos cursos. En la Comunidad de Madrid, la bajada se sitúa en torno al 22%, una cifra que la coloca en la parte media-alta de la tabla nacional.

La red pública, la más golpeada

El ajuste no ha sido uniforme. Los datos muestran que la red pública absorbe la mayor parte del descenso: solo en el último año, ha perdido más de 24.000 alumnos, frente a los algo más de 4.000 de la red privada y concertada. En el cómputo de la última década, la pérdida asciende a 225.000 escolares en los colegios públicos, frente a 91.000 en los privados y concertados.

El investigador de Funcas y profesor de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC), Ismael Sanz, advierte en su informe —al que ha tenido acceso Efe— que esta caída “tiene un efecto arrastre que se está trasladando al conjunto del sistema educativo”.

Para Sanz, la situación supone un desafío y una oportunidad: “La disminución de la ratio de alumnado por clase puede suponer una oportunidad para enfocar los recursos donde son más necesarios: en Infantil, Primaria y en los centros con mayores necesidades. Una ratio menor favorece la atención personalizada y la calidad del aprendizaje, especialmente en los primeros años”.

Madrid ante el cambio demográfico

Madrid, tradicionalmente una comunidad con población más joven que la media nacional, también ha comenzado a notar el impacto demográfico. Los datos del Instituto Nacional de Estadística muestran que la natalidad madrileña ha caído más de un 30% en la última década, y aunque el aumento de población inmigrante ha amortiguado parcialmente la pérdida, no ha bastado para compensarla.

Este contexto está generando una nueva realidad en las aulas. Donde antes las listas de espera eran la norma, hoy muchas escuelas públicas cuentan con plazas vacantes en los primeros cursos.

“Ahora tengo 20 alumnos, pero sigue siendo una ratio alta”

María Celdrán, maestra de Educación Infantil en un colegio público de Valdemoro, vive de cerca ese cambio. Desde su perspectiva, el descenso del número de alumnos no se traduce aún en un impacto real en la atención al alumnado: “Antes había 24 o 25 alumnos por clase; ahora son unos 20, pero sigue siendo una ratio muy alta. Es imposible atender de forma personalizada a todos los niños, sobre todo si hablamos de diversidad o necesidades específicas”, lamenta.

Pese a la percepción general de que las ratios están bajando, María considera que el sistema aún no ha traducido esa caída en una mejora tangible: “La reducción de alumnos por clase no ha venido acompañada de más recursos”.

Para esta docente, la inversión debería centrarse en lo que realmente define la etapa: la educación emocional, la autonomía y el aprendizaje a través del juego y la experimentación. “Si se quiere trabajar con materiales manipulativos: arena, agua, coladores, texturas… muchas veces son los profesores los que han de ponerlo de su bolsillo. No se trata solo de tener menos alumnos, sino de poder ofrecerles más y mejores experiencias”.

La mirada de las familias: entre la elección y la incertidumbre

La transformación demográfica también se vive en los hogares. Eva del Ama, madre de un niño que comenzará el segundo ciclo de Infantil en septiembre de 2026, ha optado por la red pública para el primer ciclo (0-3 años): “Elegimos una escuela pública por el tipo de educación y los horarios”. Eva observa cómo el descenso de alumnos está teniendo efectos contradictorios: “Por un lado, parece positivo que haya menos niños por aula; por otro, se están cerrando colegios y reduciendo plantillas. En zonas rurales o de baja población esto ya es un problema serio”.

Para esta madre, reducir ratios solo tiene sentido si se acompaña de inversión: “Bajar las ratios porque hay menos niños no es una mejora real. Lo sería si se hiciera con más docentes, más recursos y más apoyo a la conciliación”.

La conciliación, de hecho, sigue siendo una asignatura pendiente, “con muchas limitaciones” y “pocos recursos para adaptar horarios y compatibilizar trabajo y crianza”.

La etapa más decisiva

Los expertos coinciden en que los primeros años de vida escolar son decisivos para el desarrollo emocional, cognitivo y social de los niños.: “La etapa de Infantil es preciosa y fundamental. No es obligatoria, pero marca un antes y un después. Aquí los niños aprenden a comunicarse, a convivir, a resolver conflictos y a tener confianza en sí mismos”, asegura María.

Una menor ratio podría transformar la experiencia educativa, si se aprovecha bien. “Cuando un maestro tiene tiempo de escuchar, de observar, de acompañar a cada niño en su ritmo, los avances son increíbles. Pero necesitamos que esa bajada de alumnos se traduzca en una mejora real de la atención y no solo en aulas vacías”.

Una oportunidad para repensar el sistema

La caída del alumnado infantil no es un fenómeno exclusivamente madrileño ni español. Según los últimos datos de la OCDE, la escolarización pública de 3 a 5 años ha pasado del 71 % en 2013 al 68 % en 2022, mientras crecen los centros concertados y privados.

En España, el 68 % de los alumnos de Infantil están en centros públicos, el 28 % en concertados y el 4 % en privados, cifras que muestran una red pública todavía predominante pero cada vez más tensionada.

En este contexto, los expertos piden una mirada de largo plazo. La bajada de natalidad y la reducción de ratios pueden convertirse en una palanca para mejorar la calidad educativa, pero solo si se acompañan de políticas activas de equidad, conciliación e inversión pedagógica. “La menor presión demográfica no debería traducirse en cierres, sino en oportunidades para innovar, personalizar la enseñanza y reforzar la atención a la infancia”, señala Sanz a Efe.

Mientras tanto, en los colegios de Madrid, las maestras siguen recibiendo cada septiembre a nuevos alumnos —cada vez menos— con la misma ilusión de siempre. Porque, como recuerda María, “Infantil es la base de todo. Es el lugar donde los niños descubren que aprender puede ser divertido y donde la escuela empieza a parecerse a la vida”.

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