Las altas capacidades en la literatura
Uno de los 100 mejores libros del siglo XXI según el prestigioso periódico The New York Times, es la obra El último samurái de la escritora estadounidense Helen DeWitt que aparece en su listado como el número 29. El último samurái narra la historia de un niño prodigio de 6 años y la relación que tiene con su madre, donde el amor y el aprendizaje realizan un ejercicio literario de sublimidad a lo largo de toda la obra. Esta novela es alta literatura, y cuando hablo de alta literatura, es porque es una obra que formaliza su estructura en la metaliteratura, en la experimentación, y en el soporte de narrar la historia del niño prodigio con su madre fuera de los convencionalismos de la literatura habitual.
Aparte de que se ha convertido en una obra de culto, sí puedo manifestar que el trabajo realizado por la autora estadounidense Helen DeWitt sobre las altas capacidades, es excepcional, y que se hace reconocible en todos y cada uno de sus matices. Por una de mis dos profesiones, que es la de lector beta, y que me lleva a leer de media entre 195 y 204 libros en un año natural, es la primera vez que puedo decir que un niño con altas capacidades coincide plenamente con la obra de El último samurái.
Como decía antes, no es una obra para el público global, ya que requiere por parte del lector llegar a comprender ciertas pautas que no están en los libros que el personal lee de manera usual. Es un trabajo indispensable, donde la literatura y las altas capacidades se encuentran en un estado de sincronización muy bien formalizada. Uno de esos trabajos que han pasado a la historia de la literatura, donde las altas capacidades tiene su muestra tan real como conmovedora.

