¿Por qué los estudiantes odian los problemas de enunciado? Estrategias para cambiar su perspectiva
Pero… ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué hay detrás de ese rechazo casi automático? ¿Y cómo podemos como docentes revertir esa percepción y lograr que los problemas contextualizados se conviertan en una oportunidad, y no en un obstáculo?
Los llamados “problemas de enunciado” —o problemas contextualizados— tienen una mala fama ganada por múltiples factores:
Para resolver este tipo de ejercicios, el estudiante debe primero comprender lo que se le está pidiendo. Y eso, en muchas ocasiones, ya supone un muro. El uso de estructuras gramaticales complejas, vocabulario técnico o frases largas puede dificultar la lectura, especialmente para estudiantes con dificultades lingüísticas o poca motivación.
A veces los enunciados presentan contextos forzados o poco creíbles (“una fábrica produce tornillos…” o “Juan reparte naranjas entre sus amigos…”), lo que hace que el estudiante no se sienta ni interesado ni implicado emocionalmente. Esto desconecta al alumnado y reduce su disposición a esforzarse en la resolución.
Muchos estudiantes no saben por dónde empezar. Les resulta abrumador traducir un texto en palabras a lenguaje matemático. Además, tienen miedo de equivocarse, y la frustración puede hacer que abandonen antes de intentarlo.
Aunque no hay soluciones mágicas, sí existen estrategias didácticas eficaces que pueden ayudarnos a cambiar el enfoque de los problemas de enunciado, fomentando una actitud más positiva y proactiva por parte del alumnado.
- Enseñar a leer problemas (¡no solo a resolverlos!)
Dedicar tiempo en clase a leer en voz alta, subrayar, identificar datos y preguntas es una inversión pedagógica. Enseñar estrategias de lectura matemática (como hacerse preguntas al leer, resumir lo que se sabe, y detectar lo que se busca) mejora tanto la comprensión como la autoconfianza.
- Usar contextos cercanos y reales
Personaliza los problemas. Que tengan relación con el entorno del alumnado (redes sociales, economía personal, deportes, etc.). ¿Qué pasaría si conviertes un problema de porcentajes en uno sobre descuentos del Black Friday?
- Resolver colectivamente, pensar en voz alta
Trabajar en grupo y verbalizar el proceso de resolución paso a paso permite normalizar el error, visibilizar el pensamiento matemático y construir estrategias colectivas. Los alumnos pueden inspirarse en cómo sus compañeros interpretan o abordan los problemas.
- Deconstruir problemas complejos
Dividir un problema largo en partes ayuda a establecer una secuencia lógica. Por ejemplo: primero identificar los datos, luego escribir qué se pide, después elegir una estrategia y, finalmente, resolver y verificar.
- Incluir problemas abiertos o con múltiples soluciones
No todos los problemas deben tener una única forma de resolverse. Proponer situaciones abiertas o que permitan distintos caminos de resolución estimula la creatividad y permite al alumnado pensar más allá de la fórmula.
Problema tradicional:
“Una persona ha comprado una camisa con un 15% de descuento y ha pagado 34€. ¿Cuál era el precio original?”
Problema con enfoque competencial:
“En unas rebajas, Laura ve una camisa rebajada al 85% de su precio original. Si la camisa le ha costado 34€. ¿Cómo puedes averiguar cuánto costaba antes de la rebaja? ¿Puedes comprobar si tu respuesta tiene sentido?”
El segundo problema no solo es más cercano y menos técnico, sino que además invita a la reflexión, permite varios caminos y fomenta la verificación, todo en un contexto realista.
Los problemas de enunciado seguirán siendo parte esencial del aprendizaje y la evaluación de matemáticas. No porque sean tradición, sino porque son una de las formas más potentes de desarrollar pensamiento crítico, habilidades de lectura y conexión con el mundo real.
¿Qué tipo de problemas suelen frustrar más a tu alumnado?, ¿Qué estrategias te han funcionado para mejorar la lectura y comprensión de enunciados?¡Comparte tus experiencias en los comentarios! La solución no está en un único método, sino en el intercambio de buenas prácticas entre docentes.




De las mejores opciones que recomiendas es que el alumno, una vez, terminado el ejercicio, se pregunte: ¿Tiene sentido mi respuesta? Él mismo se dará cuenta si responde a lo que le preguntan.
El enfoque competencial es importante, para que los alumnos vean que las matemáticas son prácticas y están en la vida diaria.
Como docente, me ha pasado encontrarme respuestas de los alumnos en los que me indican que la abuela tenía 3 años y la nieta 5… evidentemente esto me ha dado pie a pensar que el alumno no ha entendido el problema ni ha reflexionado el resultado. 100% de acuerdo con todo el artículo!
Estoy de acuerdo contigo en la importancia de la comprensión del enunciado. Esto, hay que trabajarlo desde Primaria, para que los alumnos lo interioricen y tengan una excelente comprensión lectora en todas las asignaturas, así el alumno sabe qué es lo que se le pide.
Celebro leer propuestas que orientan otras maneras de ejercer el trabajo docente en el salón de clases. Enhorabuena. Modestia aparte, justamente he escrito un libro (“Cuentas y cuentos de matespañol: contar es narrar”) que plantea estrategias didácticas para la enseñanza y el aprendizaje de algunos contenidos educativos de español y matemáticas, a partir del diálogo que se establece en el acto de contar historias.
Tiene razón la autora, al punto que, a veces, el enunciado cabe interpretarlo de dos manera diferentes. Recuerdo, cuando aún existía la Reválida o Examen de Estado, que uno de los problemas, panteados en el examen, tal y como estaba redactado el enunciado, tenía dos posible soluciones. Así lo extablecieron varios catedráticos de Ciencias Exactas. Se admitió la observación y varios centenares más de alumnos aprobaron el Examen de Estado,
.Debo añadir que las soluciones que propone la autora a esta cuestión, me parecen muy acertadas. Enhorabuena.