Úrsula Perona: "Un niño de alta demanda prefiere a las personas antes que a las cosas"

Regresamos a '¿Cómo está el patio?' y hablamos con la psicóloga Úrsula Perona para entender qué hay detrás de esos niños y adolescentes que “lo sienten todo al máximo”, la diferencia entre ser intenso y ser de alta demanda y el reto añadido para las familias y educadores en una adolescencia cada vez más atravesada por la ansiedad, la presión social y la fragilidad emocional.
Diego Moreno-ArronesJueves, 30 de October de 2025
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Nuevo episodio de ¿Cómo está el patio? y, en esta ocasión, conversamos con la psicóloga Úrsula Perona para profundizar en un tema que cada vez se escucha más en familias y centros educativos, la alta demanda en la infancia y la adolescencia. Más allá de titulares rápidos o frases hechas, Úrsula nos invita a comprender qué hay detrás de esa intensidad emocional que caracteriza a ciertos niños y adolescentes, cómo se manifiesta en la relación con sus padres y qué significa acompañarla de forma saludable.

La entrevista parte de una pregunta aparentemente sencilla, ¿qué es ser una persona intensa? A partir de ahí, Perona traza una distinción necesaria entre la intensidad emocional y alta demanda, aclarando que esta última forma parte de un patrón de personalidad ligado al temperamento. Se trata de niños que, desde muy pequeños, muestran un nivel elevado de actividad, sensibilidad y necesidad de contacto humano. No buscan tanto objetos o estímulos externos como presencia, vínculo y regulación emocional a través del otro. Y ese rasgo, subraya, no desaparece con la edad, se transforma y se matiza, pero persiste hasta la vida adulta.

La alta demanda como punto de partida

Úrsula explica que estos niños tienden a funcionar peor en la rutina estable y predecible. Son “buscadores de sensaciones”. También suelen ser muy sensibles, lo que intensifica tanto sus emociones como sus reacciones. Esta combinación de actividad, sensibilidad y necesidad de vínculo, hace que criarles sea un desafío, requieren presencia constante y un acompañamiento emocional sostenido. No es algo “malo” ni algo que “se cure”, sino una forma de estar en el mundo.

Cuando esta intensidad llega a la adolescencia, etapa ya de por sí compleja, la dificultad se multiplica. Los dramas se viven como desbordes, los vínculos como absolutos y los primeros amores como únicos. Pero como comenta Úrsula, se da un gran cansancio emocional de algunos padres y destaca que no se trata de culpa ni de falta de límites, sino de un temperamento fuerte que requiere estrategias adaptadas.

Acompañar sin justificarlo todo

La psicóloga insiste en algo fundamental, comprender no significa justificar. Nombrar la alta demanda ayuda a los padres a dejar de culparse y a los niños a conocerse mejor. Pero no debe usarse como excusa para evitar la responsabilidad emocional. Educar a un niño de alta demanda exige dos tareas simultáneas, sostener emocionalmente y poner límites claros. Ese equilibrio, que no siempre es fácil, es el que permite que el niño desarrolle autonomía para la vida adulta.

Úrsula también rompe con la idea de que el trabajo debe centrarse solo en el niño. La familia entera forma parte del proceso, y en muchas ocasiones son los padres quienes necesitan terapia, reflexión y cuidado propio para sostener la crianza. “No puedes acompañar emocionalmente a un niño si tú mismo no estás bien”, resume.

Una adolescencia más difícil que ante

Tras casi dos décadas trabajando con jóvenes, Úrsula observa un aumento preocupante de la ansiedad, las autolesiones y la fragilidad emocional en edades cada vez más tempranas. No hay una causa única, redes sociales, presión social, aislamiento, ritmos de vida, pero el impacto es claro, hoy ser adolescente es, en muchos sentidos, más difícil que hace diez años.

La entrevista no ofrece recetas mágicas, pero sí una idea central, comprender y acompañar la intensidad es posible, pero requiere presencia, tiempo y trabajo interior por parte de los adultos.

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