El silencioso renacer espiritual en la Generación Z

Estamos asistiendo a un silencioso renacer espiritual de los jóvenes. Al menos eso se deduce de un estudio internacional sobre valores y espiritualidad realizado por GAD3 y la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma que analiza las creencias y actitudes de jóvenes de entre 18 y 29 años en ocho países: Argentina, Brasil, Italia, Kenia, Máxico, Filipinas, España y Reino Unido. Según el informe, la mitad de los jóvenes considera que la espiritualidad está hoy más presente en su vida que hace cinco años.
MagisterioLunes, 3 de November de 2025
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Jóvenes católicos rezando en el Mladifest 2024, el festival juvenil anual del santuario de Medjugorje (Bosnia). © Adam Ján Figel

Aunque España se mantiene entre los países europeos con menor práctica religiosa, la sensibilidad espiritual está en ascenso también aquí, especialmente entre los hombres de 24 a 29 años. La fe, lejos de desaparecer, se redefine en clave personal: menos institucional, más emocional y ligada a la búsqueda de sentido en tiempos de incertidumbre.

El estudio muestra que solo uno de cada diez jóvenes creyentes asiste diariamente a un rito religioso, pero la mayoría afirma que se puede ser buen creyente sin necesidad de ir a ningún lugar de culto. Las nuevas generaciones rezan más en silencio, dialogan con Dios a su manera y vinculan la espiritualidad con la solidaridad y el bienestar emocional. La religión se vive menos como obligación y más como una experiencia íntima, libre y coherente con los valores personales.

Entre los jóvenes creyentes predominan las mujeres, y la edad media ronda los 24 años, aunque el crecimiento más reciente se da entre los hombres más jóvenes. El perfil emergente es el de una generación que busca autenticidad, que asocia la fe con valores como el perdón, la amabilidad o la justicia, y que entiende la Iglesia sobre todo como una comunidad humana. En esa línea, fenómenos como la gran afluencia de público a los conciertos de Hakuna, donde miles de jóvenes combinan oración, música y celebración, reflejan esta nueva manera de vivir la espiritualidad: más cercana, participativa y conectada con la cultura contemporánea.

Del desencanto adolescente al reencuentro interior

El estudio revela que la pérdida de fe se produce mayoritariamente durante la adolescencia, entre los 11 y 19 años, mientras que a partir de los 18, coincidiendo con la entrada en la universidad y las primeras decisiones vitales, aumentan las posibilidades de reencuentro con la fe o la espiritualidad. No se trata de un retorno masivo, sino de un renacer silencioso, más reflexivo y emocional.

Desde la música y el arte hasta las redes sociales, los jóvenes reinterpretan los símbolos religiosos y los adaptan a su lenguaje. La presentación del nuevo disco de Rosalía en la Plaza de Callao de Madrid es un ejemplo de esta sensibilidad espiritual que conecta lo estético y lo trascendente. Una muestra de cómo la fe sigue inspirando, transformándose y encontrando nuevos espacios de expresión.

Los resultados del estudio apuntan a una conclusión clara: la espiritualidad no desaparece, se transforma. La Generación Z vive su fe de una forma menos institucional y más personal, con menos normas y más búsqueda interior. Y, paradójicamente, en esa búsqueda contemporánea late también una vuelta a las raíces: a la necesidad de lo estable, lo ritual y lo trascendente en medio de una sociedad cada vez más rápida y virtual. Quizás, en el fondo, los jóvenes de hoy se parezcan más a sus abuelos que a sus padres, porque comparten con ellos el anhelo de sentido, de silencio y de comunidad en un mundo que apenas deja tiempo para detenerse.

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