Zumo de naranja a base de manzanas
Si tengo manzanas y me empeño en hacer zumo de naranja, perderé tiempo, fuerzas y buen humor. Mejor es que descubra, me maraville y agradezca las bondades de mis manzanas, para hacer con ellas alimentos sabrosos: una compota, una tarta de masa hojaldrada, un bizcocho esponjoso, zumo, sidra… o para comérmela directamente del frutero. Si esto parece lógico, llevémoslo a otro ámbito para preguntarnos por qué nos empeñamos en comparar nuestros dones con los de los demás.
Participé en una convivencia de voluntariado en la que, al hablar con algunas amigas, me di cuenta de que muchas de nosotras menospreciábamos nuestros talentos por descubrir (y envidiar) los de los demás. Qué curioso: el don del prójimo nos parece mejor que el propio.
Una de ellas estaba obcecada por lo mucho que le cuesta ganarse la atención y el afecto de los niños a los que imparte clase, lo que le impide valorar la ternura con la que llega al corazón de los ancianos que viven alojados en residencias para la tercera edad. Otra se lamentaba de ser tímida, sin pensar en la maravilla de su constante sonrisa. También yo envidio las habilidades de mis amigas. Y viceversa. Es decir, caemos en la comparación de una forma u otra, ciegos a nuestros talentos. Insistimos en hacer zumo de naranja a base de manzanas. Pongo un ejemplo: quien tiene el don de la escucha, se obsesiona con hablar en público con maestría, para no sentirse menos que los comunicadores natos. Así, deja de atender a quien necesita ser escuchado.
Aquel encuentro solidario me brindó una preciosa lección de humildad. Tras nuestra conversación, las amigas nos propusimos admirar y aprender de las aptitudes de los demás, en vez de intentar apropiarnos de ellas. Por eso, decidimos potenciar los talentos de cada una para ponerlos al servicio del prójimo. De esta forma, el voluntariado se convirtió en un festín de zumos, tartas y pasteles de toda variedad de frutas, dispuestas para que cada cual se sirviera de lo que necesitara. Así dejamos de sentirnos incompletas, pues descubrimos que la mayoría compartíamos la misma sensación.
Si tenemos manzanas, disfrutemos y ofrezcamos su frescura y dulzor.

María Pardo Solano, ganadora de la XIV Edición de www.excelencialiteraria.com
