'Streets for Kids': una iniciativa para pedir entornos escolares seguros, con menos coches, contaminación y ruido

Este proyecto europeo, que surge a partir del movimiento Revuelta Escolar, ha organizado, solo durante el mes de mayo, 550 protestas por todo el continente para reclamar calles abiertas y seguras para la infancia.
Alba BartoloméLunes, 26 de May de 2025
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© ADOBE STOCK

Los niños y las niñas deberían poder ir a la escuela a pie, en bicicleta o en patinete todos los días, sin verse obligados a respirar la contaminación tóxica del aire o a circular por carreteras congestionadas y peligrosas”. Esto es lo que se puede leer en la web de Streets for Kids, una iniciativa de la campaña europea Clean Cities que surgió a partir del movimiento Revuelta Escolar y que busca transformar las calles alrededor de las escuelas en espacios seguros, limpios y accesibles para los niños y niñas.

Solo durante el mes de mayo desde Streets for Kids han organizado 550 protestas por toda Europa —80 de ellas en España—, la última el pasado viernes 23 de mayo con una jornada central de movilizaciones en España, Bélgica, Francia y Polonia, para promover entornos escolares seguros.

Las calles escolares, una estrategia vial

1.200 niños, niñas y adolescentes menores de 18 años mueren de forma prematura en Europa a causa de la contaminación del aire, según la European Environment Agency. Además, según un reciente estudio de Ecologistas en Acción en 174 centros escolares españoles, el 99% de los centros analizados supera los límites de NO₂ establecidos por la OMS.

Con el fin de revertir estos datos, Streets for Kids pone el foco en la necesidad urgente de repensar los entornos escolares para que sean más seguros, saludables y accesibles para la infancia, a través de las calles escolares: una estrategia de cierre vial para restringir el tráfico motorizado y crear zonas para caminar e ir en bicicleta frente a los colegios, por lo menos durante las horas en que se deja y se recoge a los alumnos.

La simplicidad, bajo coste, rápida implementación, alta aceptación y efectos probados indican que la transferibilidad es elevada y que la probabilidad de éxito en distintos contextos urbanos es alta.

Países en los que ya existen calles escolares

Aunque muchas ciudades aún están lejos de ofrecer entornos escolares seguros, algunas ya han implementado con éxito medidas concretas para recuperar el espacio público en favor de los más pequeños.

En Hackney, distrito de Londres, se encuentra uno de los programas de calles escolares más avanzados del mundo. El piloto comenzó en 2017 con solo cinco centros educativos, pero su éxito llevó a que, desde 2021, todas las intervenciones se hicieran permanentes. Actualmente, el programa incluye más de 40 calles escolares y beneficia a más de 15.000 alumnos. Gracias al respaldo de las autoridades locales y la comunidad, se ha logrado reducir el tráfico en los accesos escolares en dos tercios y aumentar en más del 50% el número de niños que acuden en bicicleta, mejorando así la calidad del aire en los momentos más críticos del día.

En La Haya, pese a la reputación ciclista de los Países Bajos, el creciente uso del coche había generado una mayor preocupación entre las familias. Para hacer frente a este problema, el Ayuntamiento impulsó en 2019 un primer ensayo de calle escolar, que consistía en cerrar el tráfico motorizado durante las horas punta escolares. La respuesta fue tan positiva —con padres, docentes y alumnos valorando el aumento de espacio y seguridad— que en apenas un año se pusieron en marcha 15 iniciativas similares, posibles gracias al impulso político y a las necesidades surgidas durante la pandemia, que aceleraron la transformación del espacio público en beneficio de la infancia.

El panorama actual en España: Barcelona a la cabeza

Según el informe City Ranking 2025: Calles abiertas para la infancia, ciudades para todas las personas, publicado por Clean Cities, Barcelona destaca como la única ciudad española entre los diez primeros puestos, situándose en séptima posición, lo que demuestra que es posible avanzar, aunque todavía con margen de mejora.

En cambio, la situación en Madrid es preocupante. Con una puntuación global del 29% y una calificación D, la capital queda claramente rezagada. Lo más alarmante es que ningún centro educativo cuenta con calles escolares, lo que implica que el tráfico motorizado sigue dominando los accesos en los momentos más sensibles del día, poniendo en riesgo la seguridad y salud del alumnado. Aunque el 80 % de las calles tiene un límite de velocidad de 30 km/h, esta medida se queda corta sin políticas adicionales que fomenten una movilidad más sostenible. Prueba de ello es que la infraestructura ciclista protegida apenas alcanza el 8% de la red viaria en la ciudad.

Además, la desigualdad territorial también agrava el problema. Hay distritos donde una movilidad infantil activa y autónoma resulta viable, y otros donde parece inalcanzable. Según una campaña de ciencia ciudadana realizada en 53 centros educativos, cuatro de ellos superan los límites legales de NO₂, cuadruplicando incluso los niveles recomendados por la OMS.

Por su parte, Barcelona, aunque todavía lejos de ser una ciudad completamente adaptada a la infancia, muestra un mayor nivel de compromiso. Con una puntuación del 50% y una calificación C, la ciudad ha empezado a implementar medidas como calles escolares en el 4% de sus centros, límites de velocidad del 30 km/h en el 75% de su red y una infraestructura ciclista protegida del 12%.

Crear calles seguras no es solo una cuestión de movilidad, sino una apuesta por una ciudad más saludable, equitativa y orientada al bienestar de las futuras generaciones.

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