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¿Qué le pides al liderazgo? Caminar

Caminar significa elegir salir. Salir del encierro interior y del encierro físico en el que nos está situando el modelo de uso de la tecnología. El por dónde caminar depende del caminante. Ojalá que este verano caminemos mucho.
Lourdes Bazarra y Olga CasanovaDomingo, 8 de June de 2025
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© VACESLAV ROMANOV

“Vale la pena ir a ver dónde
podrías estar”.

Henry David Thoureau

Que el verbo elegido para abrir el último artículo de este curso sea caminar, cuando mayo y junio son pura carrera en la escuela, no deja ser un riesgo. A partir del puente de mayo, la escuela se parece a una carrera de relevos en la que nos pasamos un testigo tras otro: EBAU, pruebas finales, recuperaciones, salidas de curso, informes, memorias, entrevistas, fiesta final de curso, recoger las aulas para que septiembre pueda comenzarse. Tenemos la sensación de que no queda nada, pero uno sabe que no sólo queda mucho sino casi todo.

Por eso, este artículo de cierre no quiere sumar más a todo lo que ya estáis sumando y multiplicando. Este es un artículo para el después. Para cuando ya no están los alumnos. Cuando el colegio recupera ratos de silencio. Porque este año, especialmente, queremos desearos un buen verano, unas buenas vacaciones.

Desear un buen verano parece algo que no tendría que explicarse. Y, sin embargo, el nuestro está lleno de todo lo que hemos descubierto mientras pensábamos en vosotros y en lo que queríamos compartir antes del hasta luego con el que soñaremos el regreso.

Vacaciones es una de esas palabras que merece la pena redescubrirse. Redescubrir significados es volver a mirar. Y esta vez la etimología de vacaciones le ha hecho descubrir a las filólogas de Arcix que para el latín “vacaciones” está asociado al verbo vacāre, que significa “estar vacío” , “estar libre”. Abiertos y libres para salir del espacio que miramos siempre y, desde otro lugar, aprender a mirarlo.

El verano, si no se vive como espera del curso siguiente, nos desprende de la urgencia, le da a la intuición la oportunidad de sacarnos a bailar estableciendo conexiones y desplegar perspectivas que lo cotidiano impide.

¿Y si lo comprobamos? Es interesante que un artículo en un dossier de Educación nos proponga que pongamos sobre la mesa nuestros veranos. Hagámoslo: ¿Cuáles singularizaríamos? ¿Qué movimiento generaron que no desapareció después de un 31 de agosto? Los mejores veranos provocan un viaje interior. Un viaje que no está relacionado con la distancia sino con la mirada, con atreverse a hacer, a pensar, a conectar algo distinto.

Para los griegos el viaje no necesita nada aparatoso. A los mejores viajes les basta lo más sencillo: caminar. Para ellos, caminar no era ir de un lugar a otro. Caminar estaba relacionado ni más ni menos que con la Filosofía, la Educación y la vida cotidiana. Porque caminando…

Nos dejamos interrogar
Nos permitimos descubrir
Nos ponemos en conexión

Caminar significa elegir salir. Salir del encierro interior y del encierro físico en el que nos está situando el modelo de uso de la tecnología.

El por dónde caminar depende del caminante. Por poner dos ejemplos: María Belmonte (que elige el paisaje) y Libby DeLana (para quien el paisaje sucede al caminar).

En María Belmonte el camino se elige y, al hacerlo, nos sorprende. En sus libros de viajes –en la editorial Acantilado los tenéis y aquí va un título, Peregrinos de la belleza– siempre reflexiona sobre el impacto que los lugares tienen en nosotros. Sea a través de lugares cercanos a nuestra casa como alejados de ella.

Para Belmonte, que un viaje se convierta en experiencia transformadora exige combinar historia, literatura y una profunda conexión con el entorno. Sus libros no son simples relatos de viaje, sino exploraciones culturales y filosóficas que provocan crecimiento personal. Por eso le parece fundamental:

  • La conexión con la historia y la cultura
  • El caminar como forma de conocimiento: los paisajes hay que recorrerlos a pie para comprenderlos mejor.
  • El viaje como geopoética: una narración que busca transmitir la esencia de los lugares a través de la literatura.

¿Por qué los que caminan no dejan de hacerlo? Dice Libby DeLana, directora creativa y de diseño –y que sale a caminar cada mañana desde 2011– que caminando el pensamiento se pone en movimiento con una claridad y generando una creatividad que no da la silla. Algo debe haber para que lleve acumulados 40.000 km en sus pies.

Por si alguno sigue pensando que caminar es aburrido, puede que se sorprenda de la cantidad de cómos que puede presentar. Annabel Treet propone en su libro 52 maneras de caminar (Planeta de Libros). Aquí van algunos:

  • Con frío
  • Con visión panorámica
  • Caminar, sonreír, saludar y repetir
  • Dar un paseo-baile
  • Seguir un río
  • Caminar de oído
  • Cantar mientras caminas
  • Caminar para perderse
  • Caminar en compañía
  • Caminar como un peregrino
  • Dibujar mientras caminas
  • Caminar dentro del agua
  • Caminar con una mochila

Ojalá que este verano caminemos mucho. Por lugares singulares, bonitos. Redescubriendo otros por los que vamos siempre pero sin mirarlos. Caminar cuenta el deseo de renovarnos y conectar en un mundo donde la tecnología nos ha hecho más sedentarios, nos ha inmovilizado creando el espejismo del falso movimiento: la vida como reel. Tal vez por eso Hoban nos propone olvidar nuestro entorno de inacción forzada y volver a los inicios.

¿Qué caminos y qué historias vemos si miramos nuestros zapatos? Seguro que ha habido algunos –los más importantes– que provocaron una relación íntima y emocionante con nuestras zapatillas. Hasta el punto de darnos igual el tiempo que tengan. Las miramos y están vivas. Nos las calzamos… y los lugares, sus descubrimientos, las personas que los acompañaron, vuelven.

¿Qué contarán de nosotros nuestras zapatillas en septiembre? Para Kavafis, Ítaca no era un destino sino un camino. Y caminar, salir, mirar, escuchar abre las puertas al descubrimiento, a la aventura, a las experiencias, a personas interesantes, a la buena compañía, al abrazo. Un verano real y no virtual.

Todo eso es lo que os queríamos desear en este último artículo. El liderazgo habita un paisaje itinerante. No se puede liderar sin ser caminante. Ojalá permitamos al verano hacerse camino, convertirse en un viaje que no dependa de lo lejos a donde uno se marche sino de lo lejos que uno quiere mirar, para que septiembre no sea otro septiembre sino este Septiembre y se cumpla la frase de Thoreau con la que abríamos este artículo:

“Vale la pena ir a ver dónde podrías estar”.

Un abrazo y que sigamos compartiendo.

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