"Dentro de la sociedad, dentro de los equipos de fútbol, una educación en salud mental es obligatoria"

¿Cómo enfrentarse a no ser escogido en el once titular? ¿Cómo gestionar las expectativas, propias y de sus padres, de convertirse en un jugador de fútbol de alto nivel? ¿Cómo aceptar que se debe encontrar un plan B a una carrera que termina en torno a los 30 años? Lo respondemos con Timanfaya Hernández y Paco Díez en este nuevo episodio de "Cómo está el patio".
Marta Peiro del ValleMiércoles, 30 de July de 2025
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90 minutos. 22 jugadores sobre el césped. Una pelota. Dos porterías. Fútbol… y no solo fútbol. El conocido como “deporte rey” tiene mucho más de la vida diaria de lo que muchos podrían, a priori, pensar. Y, desde luego, mucha mayor conexión con la salud mental.

Muchos, al escuchar la palabra “fútbol”, pensarán en profesionales como el madridista Vinicius, el culé Lamine Yamal, el bético Isco o el atlético Griezmann. Pero el deporte rey va mucho más allá. Prueba de ello son los miles de niños y niñas que día a día disfrutan jugando con un balón entre sus pies.

Muchos de ellos lo harán por hobbie, por puro disfrute y entretenimiento, en sus ratos libres de estudiar aquellas asignaturas y carreras con las que pretenden labrarse un futuro. Otros, con sus ídolos en mente, soñarán con levantar la ‘Orejona’ (el trofeo de la Champions League, la máxima competición europea en cuanto a clubes se refiere). Para todos ellos, hay algo vital que va más allá de la pelota, de los córners, los penaltis y los goles. Algo más importante que, además, marca su desempeño en cada partido: sus emociones. Su salud mental.

Unidos por el bienestar psicológico

“Creo mucho en la Psicología y en el dominio de las emociones. Es necesario que eduquemos la mente de estos chicos y chicas que juegan al fútbol en esta sociedad crispada”, avanza Francisco Javier Díez Ibáñez, justo después de pedirme que me dirija a él como Paco en este nuevo episodio de Cómo está el patio. El presidente de la Real Federación de Fútbol de Madrid, orgulloso, ha acudido al estudio de grabación de MAGISTERIO junto a Timanfaya Hernández, presidenta de la Fundación del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, para hablar sobre la (necesaria) relación entre fútbol, salud mental y educación, y presentar el proyecto Promoción del bienestar psicológico en futbolistas menores de edad.

Este, explica Hernández, “pone encima de la mesa el bienestar psicológico, la salud mental de nuestros niños, niñas, adolescentes… pero también la importancia que tienen los contextos en los que nos desenvolvemos: con la familia, con el equipo técnico… cómo los adultos influimos de una manera directa en ellos”. Si bien reconoce que “se empieza a hablar del bienestar psicológico, tanto de las personas adultas como de los niños, las niñas y los adolescentes”, la psicóloga advierte: “una cosa es hablar y otra cosa es hacer. Nos falta saber el cómo, el qué hacer… y que no lo haga cualquiera”.

Un entrenamiento fundamental

En este sentido, Díez critica cómo, a pesar del derribo de tabús en torno a acudir a terapia, la sociedad sigue sin ver con normalidad que los deportistas cuiden su salud mental. “Un deportista que entrene físicamente lo ves natural, que entrene técnicamente… es parte del deporte; que tengas una dieta, un seguimiento de entrenamiento, de nutrición, de lo que tienes que comer… lo admites. Ahora, si te hablan del entrenamiento mental…”, señala.

Este entrenamiento mental del que habla resulta “fundamental” para “saber gestionar la frustración” y “reaccionar”. “Muchas veces estás en un partido, te van ganando, pierdes la concentración… y se te cae”, relata. En este punto, pone el foco en los técnicos de los clubes. “No se dan cuenta de que son un ejemplo vivo, sobre todo en las categorías de niños y niñas. De que, si ese señor, que se supone que es mi ídolo y que me dirige, se comporta así, yo voy a aprender a hacer lo mismo”, apunta. Por ello, insiste en que también estén “cualificados, preparados y mentalmente entrenados”, pese a que “entrenar la mente” no sea un “plato de buen gusto”. “Voy al psicólogo, voy al psiquiatra o hago unas charlas emocionales con mis compañeros de trabajo… te miran como si fueras un bicho raro”, admite.

Profesionales como Andrés Iniesta, Jesús Navas o Álvaro Morata han hablado públicamente de serios problemas de salud mental, de la ansiedad o la depresión. Para los más jóvenes, ya sean estos ídolos o sus propios técnicos, es fundamental tener referentes. “Que haya figuras que hablen sobre lo que les pasa en sus emociones. Quitar esos prejuicios o esos valores asociados a qué significa sentirse mal o sentir que en un momento dado no puedes, que la vida te pasa por encima”, analiza Hernández. “Saltar esa valla del miedo a decir “estoy viviendo una situación complicada en mi vida”, añade Díez. La salud mental, coinciden ambos, “se empieza a normalizar”, y, en este contexto, “que alguien ponga voz a todo eso” es muy necesario.

Un equipo completo para una formación integral

Si bien Díez reconoce que “se ha despertado una sensibilidad especial”, también critica la tendencia a “esquivar” los problemas. Según considera, “las entidades deportivas se tienen que dar cuenta de que no están ofreciendo sólo un producto deportivo, están formando integralmente a estos chicos y a estas chicas, y dentro de ese organigrama de un club tienen que tener un preparador físico, un director técnico, un director de meteorología, un psicólogo, un fisio…”. “Dentro de la sociedad, dentro de los equipos de fútbol, una educación mental es no necesaria, es obligatoria”, afirma.

Gestionar las expectativas

Otro aspecto a trabajar, según el entrenador de fútbol, por los clubes son las expectativas de cara a llegar al máximo nivel como futbolistas, tanto para los hijos… como para las familias. En el caso de los pequeños, tienen que “guardar esa presión” si un compañero no les pasa la pelota, si otro tira una falta o un penalti, si no les escogen para el once titular… En el caso de los padres, deben “asimilar que si va a un sitio de mucho nivel, su hijo puede no jugar”.

En este sentido, la psicóloga se pregunta cuál es el porcentaje de jóvenes que llegan a ese nivel. “¿Cómo se gestiona eso? Porque no solo tiene que ver con la frustración, sino con cómo se proyectan en la vida. ¿Qué esperan de sí mismos? ¿Cuál es la identidad que están construyendo? ¿Qué esperan sus padres?”, pregunta. Su respuesta está clara: hay que “cambiar el modelo de pensamiento” y fijarse en el “disfrute, el juego, el deporte en sí”.

Hay vida más allá del fútbol

El presidente de la RFFM recuerda, entonces, que únicamente “un 0,01” llegan al más alto nivel. Y, también, que este camino, tan deseado por muchos, termina a una pronta edad, en torno a los 37 años. Por eso, “tienen que formarse, tener la mente en otras cosas”. “Que piensen que después de su vida deportiva hay otra vida”, ya que “muchas veces tienen problemas mentales porque no saben asimilar que, a partir de equis años, 30 y tantos, el día que cumplen un año más no les conoce nadie. Saber digerir de pasar de ser una estrella… a no ser nadie”, explica.

Por eso, aconseja a los más pequeños no basar su vida en ser deportistas profesionales. “Hay algunos que son mejores que tú, uno. Dos, las lesiones te pueden mandar a casa. Y tres, te has ocupado tanto de ser futbolista que te has olvidado de los estudios, y al día siguiente no tienes ni oficio ni beneficio”, enumera.

La psicóloga, por su parte, les recomienda no crear su identidad en torno a “ser la estrella o que el mérito consista en haber llegado a un tope en la carrera deportiva, porque tiene un recorrido que es el que es, hay un porcentaje muy pequeño de personas que puede llegar”. “Estás muy arriba y de repente desaparece como una nube de polvo, y te quedas en ese limbo…”, narra Hernández, quien asume que “es muy difícil de gestionar a nivel de quién eres con respecto a los demás, qué ha significado tu entorno con respecto a tí, o que venga una lesión o estés preparado para esa realidad”.

Una sensibilidad compartida

En esa gestión, no solo entrenadores y jugadores profesionales, como referentes, son importantes. “Las familias son fundamentales, que tus compañeros te están soportando, y que tengas a personas a las que poder dirigirte y con las que puedas hablar sobre lo que te está pasando”, anuncia Hernández. En definitiva, entre todos se debe “hacer un trabajo en equipo”, cuyo primer paso, señala Díez, es “despertar la sensibilidad de los dirigentes”. “Si miramos para otro sitio no vamos a solucionar nada. Y, lamentablemente, hay mucha necesidad de orientar a estos chicos, por la sociedad que tenemos, que no es la que queremos… pero es la que hay”, concluye el especialista deportivo.

El fútbol no solo son 22 jugadores corriendo detrás de una pelota en un terreno de juego compuesto por césped y dos porterías. El fútbol es pasión, es emoción. Es euforia por la victoria, decepción y frustración cuando el marcador se pone cuesta arriba. Es sentimiento. Y, para muchos, salud mental.

El fútbol… es vida.

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