Seis actividades para seguir aprendiendo en verano
A través de seis ejercicios realizados con materiales sencillos, los más pequeños de la casa incentivan habilidades cognitivas © ADOBE STOCK
¿Quién dijo que fuera necesario papel y bolígrafo para ejercitar la mente? Cada vez son más numerosas las familias que han dejado atrás las fichas de repaso y prefieren otro tipo de propuestas. “Cuando el aprendizaje se convierte en juego, en reto o en descubrimiento, deja de ser una obligación”, asegura el CEO y cofundador de la escuela Academia de Inventores, Luis Martín.
A través de seis ejercicios realizados con materiales sencillos, los más pequeños de la casa incentivan habilidades cognitivas como la observación, la lógica, el pensamiento crítico o la expresión verbal. “El verano no debe ser un paréntesis en el desarrollo de sus capacidades, sino una oportunidad para reforzarlas desde otro lugar”, declara Luis Martín.
La carrera de los colores
Para la carrera de colores necesitarás tiras de papel de cocina, rotuladores, vasos de cristal y agua. El objetivo del ejercicio es aprender sobre ciencia (capilaridad y colorimetría), observación y análisis.
En primer lugar, trazaremos una línea con rotulador negro a unos dos centímetros del borde inferior de una tira de papel de cocina. Después, deberás llenar un vaso con un poco de agua y meter solo la parte inferior de la tira de papel, sin que toque la línea previamente trazada.
Por último, cuando pasen unos minutos podrás comprobar cómo el agua sube a través del papel y el color negro del rotulador se descompone en varios colores.
Este fenómeno se produce ya que, cuando los pigmentos atraviesan el agua se disocian y revelan la composición del color negro, el cual contiene la unión de otros colores primarios.
Ciudad flotante
Como su propio nombre indica, la intención de esta práctica es construir una plataforma que pueda flotar y aguante el peso de varios objetos. Los materiales son fáciles de encontrar por casa: pajitas, tapones, papel de aluminio, cinta adhesiva, barreño con agua y pequeños objetos que tengan peso, como una piedra o un muñeco.
Para empezar, deberás usar las pajitas para formar la base de la ciudad. Seguidamente, hay que añadir tapones para la flotabilidad y papel de aluminio como soporte. Una vez realizados ambos pasos, está lista para ser probada en agua. No te preocupes si la primera vez se hunde, porque puedes ir ajustando la estructura añadiendo los materiales mencionados.
La ciudad flotante es una actividad relacionada con la física, el diseño estructural y el ensayo-error, y fomenta el pensamiento lógico, la creatividad y la perseverancia.
Un cuento científico muy personal
A través de la plataforma TaleMe.app, los niños se convierten en autores y protagonistas de su propia historia. Eligen un personaje, un escenario (desde Marte hasta un laboratorio futurista o un castillo ecológico) y un reto a resolver.
El sistema genera un relato con base científica para leer en familia. Después, la experiencia se amplía: cambiar el final, dibujar personajes o representarlo como teatro o marionetas. Tecnología y narrativa se dan la mano para estimular la imaginación y el pensamiento científico.
Detectives de la naturaleza
Parques, playas o bosques se transforman en laboratorios al aire libre. La misión consiste en recolectar cinco elementos naturales diferentes: hojas, piedras, semillas o conchas, y dibujarlas en un cuaderno y describir su forma, color y textura.
La investigación continúa en casa, buscando de qué árbol provienen, cómo se formaron o a qué especie pertenecen. Una actividad que refuerza la observación, la clasificación y la conexión con la biodiversidad.
Una competición contra un huevo volador
Un huevo crudo, unas cuerdas, pajitas y algodón son la base para un reto de física y diseño: lanzarlo desde cierta altura sin que se rompa.
Los participantes deben construir un paracaídas y un sistema de protección interna. Si el huevo no sobrevive, se rediseña. Si lo hace, se compite por lograr el prototipo más ligero o elegante. Ciencia, lógica y risas aseguradas.
Yo, robot
Cajas de cartón, cinta adhesiva, regla y creatividad bastan para dar vida a un robot a escala infantil. Primero se dibujan y miden las piezas (cabeza, cuerpo, brazos). Luego se recortan, ensamblan y decoran con papel de aluminio, pintura o piezas recicladas. El broche final puede ser un desfile robótico o un videoclip casero.
Geometría, coordinación y expresión artística se fusionan en un juego que combina precisión y diversión.
- Materiales asequibles, instrucciones sencillas y todo el tiempo libre que el verano deja tras el periodo lectivo: no hay excusa para llevar a cabo estas actividades. Déjanos en la caja comentarios qué te ha parecido este artículo y si has probado alguno de estos juegos para toda la familia. ¡Te leemos!




