El manipulador en la empresa
¿No te ha pasado que alguien se te acerca mostrando un interés sorprendente por tu amistad, que parece compartir tus mismos gustos, que incluso te pide participar en un proyecto común dentro de tu ambiente laboral, y que, tras haber ganado tu confianza, termina usando en tu contra toda la información que le diste, aliándose con otros compañeros a tus espaldas? Al final descubres con decepción que aquel supuesto colaborador era en realidad un hábil impostor.
Pronto entiendes que ese presunto amigo no era más que un contador de historias, capaz de inventar proyectos que nunca llegarán a realizarse, con el único propósito de obtener más información sobre ti. Porque, como se dice, “confianza e información es poder”. Su estrategia es clara: penetrar en un entorno en busca del eslabón más débil para manipularlo. Por eso evita las reuniones abiertas: prefiere contactar con cada persona por separado, para seducirla y ganársela. Esta es la primera etapa de todo manipulador: la seducción.
La segunda etapa llega cuando ya no le eres útil o te conviertes en un obstáculo para sus planes. Entonces aparece el conflicto: provoca una crisis contigo, bien porque no cedes a sus pretensiones fraudulentas, o bien porque le haces sombra. Se inventa historias, recurre a la mentira, y de pronto te encuentras con que aquella persona que parecía tu amiga ahora se opone a ti sin motivo aparente.
Superada esta fase, el manipulador pasa al tercer nivel: el ataque directo. Como una araña, teje su red alrededor tuyo. Ha ganado la confianza de tus contactos y ahora maniobra para aislarte, neutralizarte y, en última instancia, destruirte. La acusación falsa y el rumor malicioso son viejas armas de la historia. Basta recordar cómo Cenicienta fue acosada por su madrastra y hermanastras, que llegaron incluso a destrozar su vestido para impedirle brillar en el baile al que estaba invitada.
El proceso suele repetirse: seducción, conflicto y acoso sistemático, apoyado en un uso perverso de la comunicación y del entorno. Ejemplos abundan: en la película sobre Steve Jobs, vemos cómo él mismo confía en un directivo que lo seduce con promesas… y luego lo traiciona. Sin embargo, al cabo del tiempo, Apple tuvo que volver a buscar a Jobs, porque sin creatividad ni visión una empresa se seca.
El intrigante, en el fondo, es un inoperante. Sabe destruir y dividir, pero no sabe construir. Vive de contar historias, pero es incapaz de materializar proyectos. Es un mediocre que no soporta la luz de quienes brillan a su alrededor. Necesita rodearse de adeptos igualmente mediocres, que se dobleguen a sus deseos. Cuando alguien se resiste, lo ataca sin piedad.
La historia y la Biblia nos ofrecen ejemplos claros: la mujer de Putifar que, al ser rechazada por José, lo acusa falsamente; Susana, víctima de jueces corrompidos que la difaman tras no poder poseerla; o la reina Ester, que ve cómo un ministro real trama la destrucción de su pueblo. En todos esos casos, los intrigantes terminaron cayendo en sus propias trampas, víctimas de la misma medida con que pretendieron acabar con los demás. El tiempo, inexorable, acaba siempre colocando a cada uno en su sitio.
Una lectora me decía: “Al ir leyendo me he sentido identificada como víctima de manipulación: he puesto rostro al rol manipulador. Y me ha servido para tomar conciencia de lo frecuente que es este fenómeno, y de lo importante que es mantener la dignidad y los valores personales para poder alejarse de esas personas tóxicas”.
Y es ahí donde está la clave: aprender a vivir estas experiencias desde la conciencia. La manipulación puede ser dolorosa, pero también ofrece una oportunidad para crecer. La estrategia pasa por tres pasos esenciales:
- Detectar a tiempo los signos de la manipulación.
- Poner límites claros y firmes, sin miedo a distanciarse.
- Fortalecer la autoestima, cultivando la propia honestidad y coherencia para no quedar atrapados en redes ajenas.
Porque al final, todo encuentro –incluso con el manipulador– puede convertirse en una ocasión para afianzarnos en quiénes somos, cuidarnos y evolucionar.
