Andrés González Bellido sobre el bullying: "La dignidad de la persona es intocable, incluso la del agresor"

El creador del Programa TEI defiende en las Jornadas de Psicología, Educación y Salud Mental un modelo de convivencia basado en la dignidad de la persona, el ejemplo y la generación de hábitos prosociales. El Paraninfo del Palacio de la Magdalena, en Santander, acogió entre los días 6 y 10 de octubre las Jornadas de Psicología, Educación y Salud Mental, organizadas por el Colegio Oficial de Psicología de Cantabria. Esta crónica constituye la segunda entrega de la serie de reportajes que el periódico MAGISTERIO dedica a estas jornadas, centradas en el bienestar emocional de los menores y en el papel de los centros educativos como espacios de prevención y acompañamiento.
MagisterioJueves, 9 de October de 2025
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El psicólogo Andrés González Bellido, creador del Programa TEI (Tutoría Entre Iguales), durante su conferencia en las Jornadas de Psicología, Educación y Salud Mental que se celebran en el Paraninfo del Palacio de la Magdalena, en Santander. © COLEGIO OFICIAL DE PSICOLOGÍA DE CANTABRIA

El psicólogo Andrés González Bellido, creador del Programa TEI (Tutoría Entre Iguales), presentó en su conferencia Construyendo convivencia un modelo de intervención que parte de una idea simple y profunda: la dignidad de la persona está por encima de sus actos.

En conversación exclusiva con MAGISTERIO, explicó que el TEI “no busca señalar agresores o víctimas, sino modificar conductas a través del ejemplo y la empatía”. Frente a otros programas de prevención del acoso basados en la identificación de perfiles, el TEI se construye sobre una visión antropológica del ser humano, que defiende la capacidad de cambio y aprendizaje en cada alumno.

El ejemplo como forma de aprendizaje

González Bellido subrayó que el aprendizaje de valores no se adquiere por vía cognitiva, sino mediante la imitación de modelos positivos. “Los valores no se aprenden porque se expliquen, sino porque se observan”, explicó, recordando las aportaciones del neurocientífico Richard Davidson.

El experto añadió que las conductas altruistas no solo transforman el clima escolar, sino que mejoran el bienestar individual, ya que el altruismo y la ayuda activan la serotonina, la hormona del placer. “Los alumnos dicen: ‘No me cambies de tutorizado, necesito ayudar’, porque ayudar les hace sentir bien”, comentó.

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Los valores no se aprenden porque se expliquen, sino porque se observan

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La fuerza de los hábitos

Para Bellido, la convivencia se aprende practicando. Los valores se consolidan cuando se convierten en hábitos, “porque entonces ya no se piensan, se viven”.

El hábito es el nivel más alto del aprendizaje —explicó—. Los alumnos respetan, escuchan o ayudan sin darse cuenta, porque se ha convertido en parte de su identidad” .

El psicólogo advirtió de que los programas que se limitan a enseñar normas sin convertirlas en práctica “se agotan en pocos días”. “No basta con saberlo, hay que hacerlo”, insistió.

La convivencia no se impone, se construye

Durante su intervención, González Bellido recordó que la convivencia no puede decretarse desde una norma, sino construirse día a día mediante la implicación de toda la comunidad educativa. “Los centros deben ser espacios seguros, no solo en el plano físico, sino también emocional”, señaló.

El Programa TEI, creado en 1999 y actualmente en su versión número 12, está implantado en más de 3.000 centros educativos, con 150.000 profesores formados y cuatro millones de alumnos participantes.

“Trabajamos sobre las conductas que hacen daño, no sobre los perfiles de víctima o agresor”, explicó. “Los roles cambian según los entornos, pero las conductas inaceptables deben eliminarse siempre”.

Los resultados avalan su eficacia: el acoso verbal se reduce un 28%, las agresiones físicas un 52%, y los síntomas de ansiedad y depresión disminuyen hasta un 40% en los alumnos participantes.

Educar desde la dignidad y la ayuda

El creador del TEI denunció que en el 80% de los casos de acoso escolar se cambia de centro a la víctima, lo que calificó como “un fracaso del sistema educativo”.

Defendió que el reproche debe dirigirse a la conducta, no a la persona: “La dignidad de la persona es intocable, incluso la del agresor. No podemos excluirlo, sino trabajar con él para que cambie sus actos.”

El acoso escolar, insistió, es un problema de grupo, y su resolución debe implicar al conjunto de la clase. “Cuando la clase se gira para mirar al que insulta y no al insultado, el agresor deja de obtener refuerzo y la violencia se desactiva.”

La empatía como vacuna frente al acoso

El corazón del programa es la tutorización emocional entre iguales. En Primaria, los alumnos de 5º tutorizan a los de 3º; en Secundaria, los de 3º acompañan a los de 1º; y en Infantil, los mayores de 5 años ayudan a los de 3.

Esta red natural de ayuda enseña empatía, solidaridad y responsabilidad. “Un niño que ayuda a otro no solo previene la violencia, sino que desarrolla autoestima y liderazgo social”, explicó.

Prevención desde la infancia

El TEI se extiende también a la educación infantil, con dinámicas adaptadas a los más pequeños. En esta etapa se promueve la generación de conductas saludables —compartir, consolar, cooperar— y la creación de vínculos seguros.

“Un niño que se siente seguro y querido no necesita hacer daño para afirmarse”, señaló Bellido.

La comunidad educativa, unida en torno al cuidado

El Programa TEI no es un proyecto puntual, sino una estructura estable de convivencia que implica a toda la comunidad educativa: alumnado, profesorado, familias y personal no docente.

Actualmente está implantado también a nivel municipal, con el modelo de Ciudades TEI en más de 50 localidades, entre ellas Santander, Gijón, Tarragona y Málaga. En estas ciudades, el 75 % de los centros aplican el programa y se ofrece formación conjunta a familias, servicios sociales y deportivos.

El ejemplo de los adultos

González Bellido cerró su intervención con un mensaje a los docentes: “Los alumnos no hacen lo que los profesores dicen, hacen lo que los profesores hacen”.

Pidió coherencia entre lo que se enseña y lo que se practica. “No podemos pedir respeto si no lo ejercemos, ni empatía si no la mostramos. El sufrimiento no forma parte del currículo. Educar es cuidar” .

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El sufrimiento no forma parte del currículo. Educar es cuidar

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Y concluyó con una apelación directa: “Seamos espectadores activos frente al acoso. Y nunca más indiferentes” .

Esta crónica forma parte de la serie de reportajes de Magisterio sobre las Jornadas de Psicología, Educación y Salud Mental celebradas en el Palacio de la Magdalena.

La tercera entrega estará dedicada a la conferencia del catedrático de Psicobiología Emilio Ambrosio, quien abordó “Vulnerabilidad y factores de riesgo en la adicción a las drogas”, una de las ponencias más esperadas del encuentro.

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