Emilio Ambrosio: “El cannabis no mata, pero mata tu proyecto vital”

El catedrático de Psicobiología advierte en las Jornadas de Psicología, Educación y Salud Mental de que la adicción es una enfermedad del desarrollo y alerta del aumento de nuevas sustancias sintéticas. El Palacio de la Magdalena, en Santander, acogió entre los días 6 y 10 de octubre las Jornadas de Psicología, Educación y Salud Mental, organizadas por el Colegio Oficial de Psicología de Cantabria. Esta crónica constituye la tercera entrega de la serie de reportajes que el periódico MAGISTERIO dedica a las jornadas, centradas en los desafíos actuales de la salud mental, la convivencia escolar y la prevención de las adicciones.
MagisterioViernes, 10 de October de 2025
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El catedrático de Psicobiología Emilio Ambrosio, durante su conferencia en las Jornadas de Psicología, Educación y Salud Mental organizadas por el Colegio Oficial de Psicología de Cantabria en el Palacio de la Magdalena de Santander. © COLEGIO OFICIAL DE PSICOLOGÍA DE CANTABRIA

El protagonista de esta sesión fue el catedrático de Psicobiología Emilio Ambrosio, investigador de referencia en neurociencia de las adicciones, quien impartió la conferencia Vulnerabilidad y factores de riesgo en la adicción a las drogas. Con un lenguaje claro y riguroso, Ambrosio ofreció una visión científica y a la vez profundamente humana de un problema que afecta a miles de adolescentes y familias.

“La adicción no es un problema moral, sino una enfermedad del desarrollo cerebral”, subrayó. Según explicó, durante la adolescencia el cerebro aún no ha madurado del todo: la corteza prefrontal, responsable de la toma de decisiones y del autocontrol, “no se completa hasta los 25 años”, lo que convierte a los jóvenes en “especialmente vulnerables frente a los efectos de las drogas”.

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La adicción no es un problema moral, sino una enfermedad del desarrollo cerebral

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La adicción, una enfermedad del desarrollo

Ambrosio recordó que la adicción comienza como un proceso de aprendizaje: “Primero se experimenta, luego se repite, y en algunos casos se cruza una línea de no retorno; a partir de ese momento, la sustancia manda sobre la persona”.

Explicó que el consumo repetido altera los circuitos cerebrales de recompensa, memoria y control de impulsos, generando cambios estructurales que pueden persistir meses después de dejar la sustancia. “La adicción secuestra los mecanismos diseñados para la supervivencia: lo que antes servía para buscar alimento o afecto acaba al servicio de la droga”, afirmó.

Factores de vulnerabilidad

El catedrático destacó que no todas las personas expuestas al consumo acaban desarrollando dependencia. “La vulnerabilidad depende de la interacción entre la biología, la personalidad y el entorno”, explicó. Entre los factores de riesgo más relevantes citó el nivel educativo, las alteraciones tempranas del comportamiento, la negligencia familiar, la impulsividad y la presencia de trastornos mentales previos.

“No hay un único camino hacia la adicción, pero todos comparten la misma base: la vulnerabilidad. Por eso la prevención debe empezar mucho antes del primer consumo”, insistió.

La adolescencia: un cerebro en construcción

Ambrosio ilustró su exposición con imágenes de neuroimagen que mostraban cómo el cerebro adolescente aún no ha completado la mielinización de la corteza prefrontal. “Entre los 13 y los 18 años se da el pico de consumo de alcohol, cannabis y tabaco. Cuanto antes se empieza, mayor es la probabilidad de dependencia”, advirtió.

Recordó que el sistema dopaminérgico, encargado de generar placer y motivación, es especialmente sensible en esa etapa, lo que explica la atracción de los jóvenes por las experiencias intensas y el riesgo. “El cerebro adolescente aún no está maduro para decidir con libertad”, señaló.

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El cerebro adolescente aún no está maduro para decidir con libertad

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Nuevas sustancias y redes oscuras

El catedrático alertó también sobre la proliferación de nuevas drogas sintéticas que circulan por internet y las redes sociales. “Hoy hay más de 650 nuevas sustancias activas en Europa. Muchas no figuran en las listas de control y se venden como inocuas, pero son potentes y neurotóxicas”, explicó.

Entre las más peligrosas citó los cannabinoides sintéticos, las catinonas y los opioides de laboratorio, “sustancias que pueden ser cientos de veces más potentes que los compuestos naturales y cuyos efectos son devastadores”.

“Estamos ante un mercado cambiante y sofisticado que evoluciona más rápido que la legislación”, advirtió, mostrando imágenes de microscopía cerebral en las que se observaban lesiones irreversibles tras el consumo de éxtasis en modelos animales.

Diferencias de género y presión del grupo

Ambrosio abordó también las diferencias de género en la respuesta al consumo de drogas. “Las mujeres recaen antes y con más intensidad, tanto por factores hormonales como por condicionamientos sociales”, explicó.

Además, subrayó el papel determinante de la presión del grupo. “En cualquier grupo juvenil hay líderes y subordinados. Los más vulnerables son los que necesitan la aprobación de los demás; ahí es donde muchas veces empieza el consumo”.

El cannabis: una falsa normalidad

En su entrevista con MAGISTERIO, Ambrosio alertó sobre la banalización del cannabis, especialmente entre los adolescentes. “El cannabis no mata como la heroína, pero mata tu proyecto vital. Destruye tu motivación, tu capacidad de concentración y tu desarrollo profesional.”

En el turno de preguntas, señaló con énfasis que su consumo prolongado incrementa significativamente el riesgo de desarrollar cuadros psicóticos y esquizofrenia, especialmente en personas con predisposición genética o antecedentes familiares. “Es un tema del que apenas se habla, y sin embargo los datos son contundentes. Cada vez vemos más jóvenes ingresados por brotes psicóticos asociados al consumo habitual de cannabis”, advirtió.

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El cannabis puede desencadenar psicosis y esquizofrenia en jóvenes vulnerables

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Denunció que esta normalización está siendo impulsada por intereses económicos y mediáticos: “El alcohol y el tabaco ya causan más daño que todas las drogas ilegales juntas. No necesitamos añadir otra droga legal a la lista”.

También advirtió del riesgo que suponen las tiendas y productos que comercializan cannabidiol (CBD) sin control sanitario. “A veces lo que se vende no es CBD real, sino compuestos manipulados químicamente, incluso cannabinoides sintéticos con efectos tóxicos”, explicó.

“El cerebro adolescente no está preparado para procesar este tipo de sustancias, y su consumo altera circuitos que deberían consolidarse con la madurez”, añadió.

El papel del profesorado

Preguntado por qué puede hacer un docente que detecta consumo en el aula, Ambrosio fue rotundo: “Hay que intervenir, hablar con los padres y derivar al alumno a profesionales. Lo que no se puede hacer es mirar hacia otro lado”.

Recomendó realizar intervenciones conductuales y educativas, sin recurrir a medicación sin diagnóstico. “La información es prevención: muchos adolescentes consumen porque nadie les ha explicado lo que ocurre en su cerebro”, señaló.

Valoró de manera positiva los programas escolares de prevención y sensibilización impulsados por las administraciones públicas. En este sentido, destacó el programa de prevención del consumo de cannabis puesto en marcha por la Comunidad de Madrid, que durante este curso impartirá más de 1.000 talleres en cientos de colegios de la región, dirigidos a adolescentes, familias y docentes. “Estas iniciativas son esenciales —añadió—, porque acercan el conocimiento científico a quienes pueden actuar antes de que el problema aparezca”.

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La Comunidad de Madrid impartirá mil talleres de prevención en colegios

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Esperanza y recuperación

Pese a la gravedad de los datos, el catedrático quiso cerrar su intervención con un mensaje optimista. “De la adicción se puede salir. El cerebro es plástico y puede recuperarse con apoyo psicológico, terapia y tiempo”, afirmó.

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De la adicción se puede salir. El cerebro puede recuperarse

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Recordó que los tratamientos combinados —psicológicos, familiares y farmacológicos— ofrecen tasas de recuperación significativas y permiten que muchas personas “recuperen una vida plena y socialmente integrada”. “De la adicción se puede salir: el cerebro puede recuperarse”, concluyó.

Esta crónica forma parte de la serie de reportajes que MAGISTERIO dedica a las Jornadas de Psicología, Educación y Salud Mental, celebradas en el Palacio de la Magdalena.

La cuarta entrega estará dedicada a la conferencia de la catedrática de Inteligencia Artificial Amparo Alonso, titulada “Cómo la inteligencia artificial está cambiando la educación de jóvenes y adultos”, en la que analizará los nuevos desafíos éticos, formativos y emocionales que plantea el uso de la tecnología en las aulas.

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