Antoni Bolinches: "Las mujeres quieren relaciones vivas, mientras que los hombres prefieren relaciones cómodas"
Antoni Bolinches es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, psicólogo especialista en Psicología Clínica y máster en Sexualidad Humana. Es el creador de la Terapia Vital y fue uno de los introductores de la Psicología Humanista en España. Colabora habitualmente en distintos medios de comunicación y su amplia actividad clínica, pedagógica y divulgativa le ha convertido en un importante innovador terapéutico que ha creado escuela entre las nuevas generaciones de psicólogos españoles e iberoamericanos.
Entre su acreditada bibliografía cabe destacar: El cambio psicológico, La felicidad personal, Sexo sabio, Amor al segundo intento, El secreto dela autoestima y El nuevo arte de enamorar. Actualmente es presidente de honor de la Sociedad Catalana de Sexología y sigue dirigiendo el Instituto Psicológico que lleva su nombre. Acaba de publica El síndrome de las supermujeres (Amat) y hablamos con él acerca de este libro.
¿Qué se define por una supermujer?
–De hecho, es una definición operativa que he creado yo para referirme a un colectivo de mujeres con las siguientes características: tienen entre 40 y 60 años,son guapas, inteligentes, maduras, con un alto nivel de estudios, y se sienten realizadas profesionalmente.
¿Cuál considera que es su “síndrome”?
–El síndrome consiste precisamente en que el hecho de poseer tantas virtudes y haber alcanzado la excelencia, les dificulta enormemente encontrar parejas masculinas porque no existen muchos hombres adecuados para ellas ni esos hombres muestran un especial interés para relacionarse con ellas.
Necesitamos madurar todos como personas y aceptar que precisamente porque existen diferencias de género podemos enriquecernos al armonizarlas
¿Sobre qué edad puede aparecer y por qué?
–Ya he dicho que la muestra estudiada es de mujeres de entre 40 y 60 años, pero he detectado casos semejantes en jóvenes de apenas 30 años que ya expresan la dificultad de encontrar hombres de su edad que posean el grado de excelencia suficiente para despertar su interés amoroso.
¿Cómo se puede superar?
–Primero, aceptando que estamos en una crisis en el modelo de relaciones de género caracterizado por el desconcierto masculino por la evolución de la mujer y por la decepción de la mujer ante la falta de evolución del hombre. Y segundo, creando un código de relación más simétrico e igualitario. El problema es que para eso necesitamos madurar todos como personas y aceptar que precisamente porque existen diferencias de género podemos enriquecernos al armonizarlas.
Hay distintas variantes del síndrome, ¿podría contar alguna?
–En función de su actitud hacia los hombres y sus expectativas amorosas he establecido cuatro variantes de supermujer: la conformada, la autosuficiente, la facilitadora y la reactiva. Naturalmente los tres primeros perfiles están en mejores condiciones de superar el síndrome e incluso de establecer estrategias de prevención que eviten su aparición.
Estamos en una crisis en el modelo de relaciones de género caracterizado por el desconcierto masculino por la evolución de la mujer y por la decepción de la mujer ante la falta de evolución del hombre
¿Qué le ha pasado a la generación que tiene entre 40-60 años de edad respecto al amor?
–Que las mujeres han trabajado tanto para superar la injusta situación de subordinación al hombre, que se han igualado a él e incluso han superado su nivel de competencia en muchos ámbitos. Precisamente el síndrome ha aparecido porque esas mismas mujeres que han alcanzado la excelencia todavía no han superado el modelo ancestral de enamoramiento femenino basado en la admiración. Por tanto, su problema consiste en que dado el conjunto de sus muchas virtudes les resulta difícil encontrar hombres que resulten admirables.
¿Cuál es el vínculo entre la “decepción femenina” y el “conformismo masculino”?
–Que ambos resultan psicológicamente comprensibles y se refuerzan recíprocamente. Precisamente existen muchas mujeres decepcionadas porque observan como su lícito deseo de establecer vínculos simétricos y enriquecedores con los hombres, tropieza con la inercia sexista masculina de establecer relaciones cómodas con mujeres que no les compliquen la vida. Por eso tenemos un problema de grandes dimensiones que afecta al conjunto de la sociedad occidental: las mujeres quieren relaciones vivas, mientras que los hombres prefieren relaciones cómodas.
¿Qué papel juega la presión social a emparejarse?
–Esta es la base del problema, pero no es el factor más importante. El síndrome no aparece por la tendencia a emparejarse, sino porque las mujeres más evolucionadas no encuentran suficientes hombres adecuados para todas ellas.
El 'tres' no se refiere a una tercera persona sino a la madurez que deben poseer ambos miembros de la pareja para gestionar con éxito las dificultades propias de toda relación amorosa
Por qué la madurez es también un elemento para afirmar que “el amor es cosa de tres”?
–Es un juego de palabras en el que expreso el ideal de pareja que yo defiendo porque el “tres” no se refiere a una tercera persona sino a la madurez que deben poseer ambos miembros de la pareja para gestionar con éxito las dificultades propias de toda relación amorosa.
¿Cómo definirías las parejas del futuro?
–En varios de mis libros defiendo el concepto de “pareja complementaria” y entiendo por ella a aquella que está formada por dos personas maduras que se unen para compartir sus plenitudes y enriquecerse con las peculiaridades de sus respectivas personalidades. No sé si las parejas del futuro serán así, pero todo mi trabajo está orientado a facilitar que eso sea posible.
Las mujeres más evolucionadas no encuentran suficientes hombres adecuados para todas ellas
