José Antonio Luengo: “Hemos instalado la idea de que hay que ser feliz todo el tiempo. Y eso, lejos de aliviar, enferma"

“Necesitamos escuelas que sean refugios y tribus de cuidado.” Con esta frase, José Antonio Luengo, vicepresidente primero del Consejo General de la Psicología de España y miembro del equipo de prevención del acoso escolar en la Comunidad de Madrid, resumió el sentido de su ponencia “Conductas autolesivas y prevención del suicidio en la adolescencia”, pronunciada durante las Jornadas de Psicología, Educación y Salud Mental celebradas en el Palacio de la Magdalena de Santander entre los días 6 y 10 de octubre.
MagisterioLunes, 13 de October de 2025
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José Antonio Luengo. © COLEGIO OFICIAL DE PSICOLOGÍA DE CANTABRIA

Luengo, psicólogo educativo con más de dos décadas de experiencia en la intervención directa en centros escolares, compartió con emoción y contundencia los datos más recientes: “En 2023 se registraron 4.116 muertes por suicidio en España, 111 menos que el año anterior. Pero entre ellas había niños y adolescentes que pensaron que quitarse la vida era la única salida posible a su dolor”.

La vulnerabilidad como realidad cotidiana

El ponente insistió en que la vulnerabilidad no es un estado permanente ni una etiqueta, sino una condición humana. “Todos somos vulnerables. Una llamada, una pérdida, una noticia inesperada pueden torcer la guía de nuestra vida en cinco minutos”.

A partir de su experiencia en los equipos de intervención del sistema educativo madrileño, recordó que cada vez más centros se enfrentan a crisis emocionales graves. “He estado allí cuando un adolescente se quita la vida. He acompañado a profesores, compañeros y familias en ese desconcierto absoluto. Y sé que una comunidad educativa que se apoya puede convertirse en el primer muro de contención frente a la desesperanza”.

Para Luengo, las escuelas deben dejar de ser solo espacios académicos y convertirse en “entornos protectores, donde cada niño sienta que pertenece y cada profesor pueda detectar el sufrimiento sin miedo ni culpa”.

Necesitamos escuelas que sean refugios y tribus de cuidado

La normalización del dolor

El psicólogo advirtió que vivimos en una sociedad que “ha normalizado el dolor y las realidades que no son ni sanas ni naturales”. “Nos hemos acostumbrado a que tres de cada diez personas vivan en riesgo de pobreza o exclusión social y lo aceptamos como normalidad. Igual ocurre con el acoso escolar o la soledad no deseada”.

Recordó que el acoso no es una simple adversidad: “Es violencia jerarquizada, permanente y devastadora que hunde la autoestima de quien la sufre”. Según los estudios que citó, en España cerca del 10% de los menores vive situaciones de acoso escolar de forma continuada.

“Detrás de muchos casos de ideación suicida hay experiencias de humillación sostenida, de invisibilidad y de falta de red”, explicó. “El acoso destruye el sentido de pertenencia, y sin pertenencia no hay identidad posible”.

El acoso no es adversidad: es violencia que destruye la identidad

Las heridas invisibles y la falsa felicidad

Luengo reflexionó también sobre el impacto del discurso social en la salud mental. “Hemos instalado la idea de que hay que ser feliz todo el tiempo. Y eso, lejos de aliviar, enferma”. Recordó que muchos jóvenes crecen con la presión de “seguir sus sueños” en un contexto de comparación constante y expectativas inalcanzables.

“Les pedimos ser felices, pero no les enseñamos a tolerar la frustración, ni a entender que el esfuerzo y la dificultad son parte de la vida buena”, señaló. “Convertir la felicidad en obligación es una forma moderna de sufrimiento”.

La pandemia amplificó la vulnerabilidad de los más frágiles

La pandemia y el aumento del malestar

Luengo mostró los datos de la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas, que reflejan un incremento del 122% en las intoxicaciones no accidentales por fármacos entre menores durante los años de pandemia, así como un aumento del 56% de los ingresos hospitalarios relacionados con conductas suicidas.

“La pandemia amplificó la vulnerabilidad. Los más frágiles, psicológica, emocional o económicamente, se volvieron más vulnerables aún. Y muchos niños y adolescentes vivieron el miedo a la enfermedad o la pérdida sin entender del todo qué les pasaba”.

Advirtió que estas cifras “no son solo números, son historias de sufrimiento no acompañado”.

Las autolesiones se han convertido en un fenómeno de contagio social

Autolesiones y contagio social

Uno de los apartados más duros de su intervención fue el dedicado a las autolesiones. “Hace veinte años hablábamos de casos aislados. Hoy, casi un 20% de las autolesiones se comparten en redes sociales”.

Explicó que el fenómeno tiene un componente de contagio social: “No se trata de imitación mecánica, sino de identificación emocional. Las redes ofrecen modelos de conducta que los adolescentes interiorizan sin filtros”.

“Antes, las chicas que se autolesionaban ocultaban sus heridas. Hoy las muestran, las fotografían y las comparten. Eso es un cambio cualitativo enorme que no podemos ignorar”.

Los tutores deben ser los mejores profesores del claustro, no los más disponibles. Son quienes crean la tribu de la clase

Prevención y comunidad educativa

Luengo defendió la importancia de los protocolos de prevención e intervención en los centros escolares, obligatorios desde la última ley educativa. Pero advirtió que no basta con un protocolo: “El sistema educativo debe entender que está en el siglo XXI. No puede limitarse a reaccionar: tiene que generar cultura de cuidado”.

Reclamó que los tutores sean “los mejores profesores del claustro, no los más disponibles”. “Son quienes crean la tribu de la clase, quienes pueden detectar el sufrimiento y acompañar con sensibilidad”.

“No hablo de psicoterapia escolar”, aclaró, “sino de dar la mano, de escuchar, de enseñar a mirar al otro sin prejuicio”.

Cerró su intervención con una metáfora que emocionó al auditorio: “Cuando vemos a un compañero que se agita, que parece moverse sin control, quizá no esté loco. Tal vez solo sea el pez que intenta liberarse del anzuelo. Sus movimientos no son el dolor, sino su esfuerzo por escapar del dolor”.

Clausura de las jornadas

El acto de clausura contó con la participación de Francisco Javier Lastra, decano del Colegio Oficial de la Psicología de Cantabria, quien agradeció la asistencia y recordó que las jornadas se celebraron en homenaje a su trayectoria profesional. “Ha sido una travesía intensa, pero profundamente gratificante. Estas jornadas han demostrado que la psicología puede tender puentes entre educación y salud mental”.

El profesor Ignacio Morgado Bernal, codirector de las jornadas y miembro de la Academia de Psicología de España, destacó “la generosidad de todos los ponentes, que no han pedido nada a cambio de compartir su conocimiento”.

Por su parte, Francisco Santolaya, presidente del Consejo General de la Psicología de España, subrayó “el valor de la psicología como nexo entre la educación y la salud”, y elogió “la capacidad de liderazgo y el trabajo incansable del Colegio de Cantabria”.

La consejera de Inclusión Social, Juventud, Familia e Igualdad, Begoña Gómez del Río, destacó la coincidencia entre las políticas de su departamento y los objetivos del colegio profesional: “La psicología es salud y prevención. Todos somos vulnerables y necesitamos herramientas para cuidar a los demás y a nosotros mismos”.

Finalmente, Gema Igual, alcaldesa de Santander, cerró el acto agradeciendo “la ilusión y la profesionalidad de los psicólogos cántabros”, y subrayó “el papel de la psicología en la vida cotidiana de los ciudadanos y en la construcción de una sociedad más empática y segura”.

Clausura de las Jornadas. © COLEGIO OFICIAL DE PSICOLOGÍA DE CANTABRIA
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