Harper Lee se convirtió en una de las escritoras más emblemáticas del canon estadounidense gracias a Scout, Atticus Finch y otros inolvidables personajes de Matar a un ruiseñor, la novela ganadora del Premio Pulitzer con la que alcanzó la inmortalidad. Pero antes de escribir su mítica novela ya era una joven y tenaz escritora que, instalada en Nueva York, donde trabajaba en una compañía aérea, enviaba relatos a revistas como Harper s Bazaar o The New Yorker con la esperanza de verlos publicados. Unos cuentos que poseen ya su inconfundible voz y que narran, con un humor, un ritmo y una cotidianidad inimitables, diferentes episodios de la vida de Jean Louise Finch, desde su niñez en el colegio de Maycomb, Alabama, hasta la juventud en los restaurantes y cines del Manhattan de los años cincuenta.
La tierra del dulce porvenir reúne todos esos cuentos inéditos, que durante décadas estudiosos de su obra y biógrafos daban por perdidos y que aparecieron en su apartamento tras su muerte, así como los breves ensayos que Lee escribió y que incluyen desde reflexiones sobre la necesidad de una enseñanza responsable hasta retratos de Gregory Peck y Truman Capote. Una visión sin precedentes sobre el origen de una voz irrepetible, unos personajes y unos temas que siguen siendo vitales, con la que se cierra el círculo sobre una de nuestras escritoras más queridas y enigmáticas.
Harper Lee nació en Monroeville (Alabama, EE UU), en 1926. En 1931, un conflicto racista acontecido en la localidad vecina de Scottsboro conmocionó a la sociedad estadounidense. Lee, testigo indirecto de los hechos, se inspiró en este suceso para escribir su primera y única novela conocida hasta 2015, Matar a un ruiseñor, convertida hoy en un clásico de la literatura norteamericana del siglo XX. Amiga personal de Truman Capote, Lee decidió retirarse del mundanal ruido cuando alcanzó la fama. En 2007 recibió la Medalla Presidencial de la Libertad de Estados Unidos por su carrera literaria. Premio Pulitzer en 1961, un año después el director Robert Mulligan la llevó a la pantalla en una inolvidable película que obtuvo dos Oscar de la Academia: al mejor guion (Horton Foote) y al mejor intérprete masculino (Gregory Peck). En 2015 se ha reencontrado la novela Go Set a Watchman (Ve y pon un centinela), rechazada por sus editores en su momento y una de cuyas tramas secundarias es la que dio origen a Matar a un ruiseñor.
