Formación inicial de los docentes: entre la complejidad y la responsabilidad compartida
En los últimos días el debate sobre la formación inicial del profesorado ha ocupado de nuevo titulares a raíz de los borradores de los cinco Libros Blancos de la profesión docente propuestos desde la Conferencia de Decanos y Decanas de Educación (CODE).
Considero que es una buena noticia, pues su importancia requiere un diálogo profundo y, si puede ser, sosegado entre todos los implicados en el diseño y en la implementación de la formación inicial del profesorado. Estamos ante una reflexión compleja sobre cómo preparar del mejor modo posible a quienes serán responsables de educar a las próximas generaciones.
Teniendo en cuenta una perspectiva internacional y lo más amplia posible, formar docentes implica construir una identidad profesional sustentada en tres grandes pilares: el conocimiento de las disciplinas que se van a enseñar; la didáctica que permite enseñar esos conocimientos con sentido y eficacia; y el conjunto de saberes psicopedagógicos que ayudan a comprender cómo aprende el alumnado, cómo se organizan los centros y cómo se acompaña el desarrollo personal, social y moral de cada estudiante. El reto está en articular estos tres planos —disciplinar, didáctico y psicopedagógico— dentro del tiempo disponible y de forma coherente. Hoy, los grados de Maestro/a en Educación Infantil y Primaria tienen una duración de cuatro años, y el Máster de Formación del Profesorado de Secundaria se organiza en un solo año. Ese es el marco con el que contamos, y sobre él hay que debatir cómo distribuir los contenidos, asumiendo también que las prácticas en los centros escolares deben ocupar un lugar central como espacio donde se integran los distintos saberes.
El reto está en articular el plano disciplinar, didáctico y psicopedagógico dentro del tiempo disponible y de forma coherente
Los borradores de los Libros Blancos promovidos por la CODE representan un esfuerzo de reflexión colectivo, riguroso y transparente. No son planes de estudio ni pretenden serlo, esto se ha repetido insistentemente. Son documentos de trabajo que buscan aportar una visión académica y universitaria al complejo debate sobre la profesión docente. Los planes de estudio corresponderán, en su momento, al Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Y en este sentido es absolutamente legítimo que los diferentes interlocutores puedan ir manifestando su parecer dado que es bueno y oportuno que existan disensos que hay que abordar con rigor y apertura. En este contexto, hay dos cuestiones sobre las que considero es oportuno compartir algún análisis más detallado.
Por un lado, la reacción de algunas asociaciones de didácticas específicas que han expresado su desacuerdo es legítima, deseable y generosa. Es saludable que existan distintas perspectivas dentro del ámbito universitario. Lo que sí que he echado en falta es una mayor concreción sobre su (contra)propuesta de cara al trabajo que tiene que hacer el Ministerio de Universidad.
Al igual que ocurre en la CODE, entre el profesorado de las didácticas específicas no existe una postura única, sino varias. Entre ellas está la de quienes defienden incrementar, no la didáctica de la disciplina (historia, matemáticas, física o filosofía), sino el contenido disciplinar propiamente dicho en los programas de formación inicial docente. Son planteamientos distintos que deberían explicitarse con mayor claridad. También resulta llamativo que los comentarios se hayan centrado únicamente en el borrador del grado de Educación Primaria, sin referencia al de Educación Infantil ni al del Máster de Secundaria. La formación del profesorado es un proyecto común y considero que es más oportuno hacer un trabajo crítico al conjunto de los libros blancos.
Por otra parte, es comprensible que, en un contexto de debate, surjan propuestas para ampliar la duración de los programas formativos. Ampliar el tiempo puede parecer una solución cómoda, porque evita restar espacio a nadie. Pero también puede ser una vía poco realista. La cuestión de fondo no es cuánto tiempo tenemos, sino qué queremos hacer con el tiempo que tenemos. Yo apostaría por hacer de este proceso un ejercicio de diálogo, evidencia y responsabilidad compartida cuyo liderazgo corresponde al Ministerio de Universidades y, en su caso (muy recomendable), en coordinación con el Ministerio de Educación.
España tiene la oportunidad de fortalecer su sistema de formación docente, y hacerlo bien exige una mirada larga y generosa. El proceso que ha iniciado la CODE no busca cerrar un debate, sino abrirlo con rigor académico y espíritu de servicio público.
España tiene la oportunidad de fortalecer su sistema de formación docente, y hacerlo bien exige una mirada larga y generosa
- Jesús Manso es profesor titular del Departamento de Pedagogía de la UAM.





Yo llevo ya varios años de interino superando oposiciones y quedándome a décimas de la plaza. Viendo cómo el sistema de acceso es subjetivo y teniendo compañeros más afortunados llegar más jóvenes a su plaza y no estar preparados ni motivados para el trabajo. ¿No debería cambiar el modelo de acceso? ¿No hemos demostrado los que llevamos concatenando contratos y superando procesos selectivos que ya somos docentes?